Tengamos claro de dónde viene lo de Irak

“Los cristianos están siendo masacrados en Irak: es una noticia extendida por todo el mundo y que no viene más que a confirmar, por desgracia, lo que el refranero expresa «De aquellos barros vienen estos lodos». Este genocidio contra la Iglesia Católica es una consecuencia más de aquella guerra contra Irak en 2003 causada (en versión «oficial») por las supuestas armas de destrucción masiva en poder del gobierno de Sadam Husein. Pues de aquellos barros (guerra injusta e inmoral) llegan estos lodos (holocausto contra los cristianos iraquíes)…”

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Criterios de evangelización

Es preciso que seas “hombre de Dios”, hombre de vida interior, hombre de oración y de sacrificio. -Tu apostolado debe ser una superabundancia de tu vida “para adentro”.

Alégrate, si ves que otros trabajan en buenos apostolados. -Y pide, para ellos, gracia de Dios abundante y correspondencia a esa gracia. Después, tú, a tu camino: persuádete de que no tienes otro.

Es mal espíritu el tuyo si te duele que otros trabajen por Cristo sin contar con tu labor. -Acuérdate de este pasaje de San Marcos: “Maestro: hemos visto a uno que andaba lanzando demonios en tu nombre, que no es de nuestra compañía, y se lo prohibimos. No hay para qué prohibírselo, respondió Jesús, puesto que ninguno que haga milagros en mi nombre, podrá luego hablar mal de mí. Que quien no es contrario vuestro, de vuestro partido es”.

Más pensamientos de San Josemaría.

ESCUCHA, Cómo definir prioridades en la vida

[Charla para un grupo de trabajadores de una empresa en Asunción, Paraguay. Agosto de 2014.]

* Si hay algo que todos tenemos en común es que día a día hemos de tomar decisiones. Vivir es decidir porque incluso la pretensión de no decidir es una decisión. Además, aquello decidimos ayer de algún modo convive con nosotros hoy, y seguirá mañana.

* Más que las palabras que decimos, son las decisiones que tomamos las que realmente impactan a quienes nos siguen, ya se trate de los hijos, los alumnos o los subalternos. En este sentido, nuestra forma de decidir puede ser la herencia más perdurable que dejamos–más incluso que nuestros discursos o nuestro dinero.

* Es un hecho, sin embargo, que a veces tomamos malas decisiones: decisiones equivocadas que se habrían podido evitar. Esto suele suceder porque no tenemos claras nuestras prioridades. Y nuestras prioridades no se aclaran porque tenemos mucho “ruido” que perturba la lucidez necesaria.

* Los principales ruidos, que podemos comparar a ladridos de perritos fastidiosos, son tres:

(1) La prisa de lo inmediato. Este es el perro que ladra: “¡ya! ¡ya!” Buscando satisfacción o éxito rápido, a menudo sacrificamos principios, personas o tesoros que luego sólo cabe lamentar.

(2) La codicia del corazón. Este es el perro que ladra: “¡más! ¡más!” Cuando nos volvemos insaciables terminamos por romper el balance necesario en nuestro cuerpo, nuestro descanso, o la atención que merecen las personas que deberían interesarnos. Al final, la autodestrucción, en sus diversas formas.

(3) La seducción de lo fácil. Este es el perro que ladra: “¡menos! ¡menos!” El que quiere el camino sin dificultades ha escogido ya aquella senda ancha y descansada, de la que habla el Evangelio, y que lleva a la perdición.

* Para no dejarse perturbar, asustar ni distraer con esos ladridos necesitamos entonces:

(1) Mirar las consecuencias, también a largo plazo, de nuestros actos.

(2) Amar el equilibrio de una vida en que cada aspecto de nuestro ser, incluyendo por supuesto nuestra capacidad de trascender, crece en armonía con los demás.

(3) Descubrir que, según la enseñanza de Juan Pablo II, el trabajo y el esfuerzo no son solamente tarea que queda fuera sino riqueza que nos transforma adentro.