[Vocación profética de la Vida Religiosa: un retiro ofrecida a las Dominicas de la Inmaculada, en Ecuador. Julio de 2014.]
Tema 7 de 16: Jesucristo
* La Biblia no usa el término “sacerdote” para referirse a Cristo en su ministerio púbico; tampoco cristo, durante su misión, acoge las aclamaciones del pueblo que quería llamarlo “rey.” En cambio, no rechaza que se diga que “un gran profeta ha surgido entre nosotros” (Lucas 7,16); ni tampoco rechaza, sino que acoge el apelativo de “maestro” (véase Juan 13,13). Ello parece indicar que en la concepción de los primeros cristianos, y probablemente en la mirada del Señor a su propio ministerio el perfil de los profetas estaba muy presente.
* Hay puntos positivos en esto de llamar a Cristo “Profeta de Nazareth”: lo sitúa en el camino de revelación que la Providencia divina ha escogido: “Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo” (Hebreos 1,1-2). Además, si lo propio del profeta es ser palabra del hombre ante Dios y palabra de Dios para el hombre, ¿en quién se cumple eso con más perfección que en Jesucristo?
* Ello no debe conducirnos, sin embargo, a ver a Cristo como un profeta entre muchos otros; simplemente “uno más” en la serie, cuya palabra sería un agregado o complemento de lo que otros han dicho. El potente mensaje de Cristo como Aquel que no sólo anuncia sino que implanta el Reinado de Dios; y como Aquel en el que es posible la filiación divina, está indicando que Él es el término y culmen de toda la revelación.