#LaudesFrayNelson para la Memoria de San Bernabé, Apóstol
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
#LaudesFrayNelson para la Memoria de San Bernabé, Apóstol
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¿Quiénes eran, qué proyecto de vida y qué convicciones principales tenían los escribas y los fariseos?
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#VisperasFrayNelson para el Martes de la Semana X del Tiempo Ordinario
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Una de mis hijas tiene dos años y medio de casada, no han tenido hijos, hace cerca de un año que el esposo sufrió un cáncer en un testículo, razón por la cual le fue extirpado y además fue sometido a quimioterapia, razones por las cuales las probabilidades de que pueda engendrar normalmente, son mínimas, sin embargo al momento de descubrirle el cáncer, fue necesario tomar una muestra de semen, la cual una vez examinada fue congelada, no me han preguntado nada al respecto, pero se que hay dos opciones para utilizar ese semen, una es con la fecundación invitro, sistema que de hecho rechazo por la forma que hasta donde conozco se procede en estos casos, es decir se fecundan varios óvulos y luego no se con que criterio se selecciona uno, para ser implantado y los demás se desechan o se convierten en cobayos para experimentación; la otra opción es sobre la que quiero hacer mi pregunta, sería la inseminación artificial, la cual al tratarse del semen de su legítimo esposo, no veo un impedimento, pero dada mi ignorancia al respecto, pido su orientación al respecto ¿Sería o no recomendable utilizar este procedimiento? – E.V.
* * *
Lo más seguro es tener una actitud comprensiva pero firme: la inseminación artificial no es moralmente correcta. Según el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica (promulgado por el Papa Benedicto XVI en 2005), leemos:
“499. ¿Por qué son inmorales la inseminación y la fecundación artificial?
La inseminación y la fecundación artificial son inmorales, porque disocian la procreación del acto conyugal con el que los esposos se entregan mutuamente, instaurando así un dominio de la técnica sobre el origen y sobre el destino de la persona humana. Además, la inseminación y la fecundación heterólogas, mediante el recurso a técnicas que implican a una persona extraña a la pareja conyugal, lesionan el derecho del hijo a nacer de un padre y de una madre conocidos por él, ligados entre sí por matrimonio y poseedores exclusivos del derecho a llegar a ser padre y madre solamente el uno a través del otro.”
El Catecismo de la Iglesia Católica (promulgado por el Papa Juan Pablo II en 1992) enseña la misma doctrina que su posterior Compendio:
“2376. Las técnicas que provocan una disociación de la paternidad por intervención de una persona extraña a los cónyuges (donación del esperma o del óvulo, préstamo de útero) son gravemente deshonestas. Estas técnicas (inseminación y fecundación artificiales heterólogas) lesionan el derecho del niño a nacer de un padre y una madre conocidos de él y ligados entre sí por el matrimonio. Quebrantan “su derecho a llegar a ser padre y madre exclusivamente el uno a través del otro” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae, 2, 4).
[Apuntes de Daniel Iglesias.]
#LaudesFrayNelson para el Martes de la Semana X del Tiempo Ordinario
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Los puentes de la ciudad de Königsberg ofrecen un interesante ejercicio no sólo físico sino mental. ¿Puedes diseñar una ruta que pase una sola vez por cada uno de los siete puentes? Si eso no fuera posible, ¿cómo lo demuestras?
[Solución al Gimnasio 001: mira esto.]
FIESTA DEL APÓSTOL SAN BERNABÉ
La extensión del nombre de apóstol nos invita a reconocer la extensión progresiva de la gracia de cimiento que Cristo quiso para los Doce.
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#VisperasFrayNelson para el Lunes de la Semana X del Tiempo Ordinario
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#LaudesFrayNelson para el Lunes de la Semana X del Tiempo Ordinario
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[Predicación a una Asamblea de la Renovación Carismática en San Salvador. Junio de 2014.]
Tema 2 de 2: El Espíritu te da las herramientas y armas necesarias
* Efesios 6 nos recuerda que estamos en combate espiritual, y que debemos revestirnos de las armas de Cristo. Tal es la obra que realizan los dones del Espíritu Santo.
* El don de entendimiento nos ayuda a conocer el sentido propio de la Palabra de Dios; la presencia de Cristo en la Escritura; el progreso de la revelación.
* El don de ciencia nos ayuda a descubrir la presencia y el actuar de Dios en la naturaleza, en la historia y en nuestra propia vida, más allá de sus contradicciones y de nuestros propios pecados.
* El don de consejo nos hace sensibles a las inspiraciones de la gracia, de modo que seamos guiado, más allá de nosotros mismos, por la voluntad divina. En un desarrollo ulterior, este mismo don nos concede ayudar a otros a discernir qué es lo mejor para sus vidas.
* El don de temor de Dios, en una primera fase, le quita la máscara al pecado, de modo que no estemos ciegos a las terribles consecuencias de pecar. En una fase más avanzada, infunde en nosotros el temor de ofender a Dios de quien nos sabemos viva y gratuitamente amados.
* El don de piedad, en una primera fase, nos hace sentir hijos de Dios y así nos permite establecer una relación cálida, de afecto y confianza con nuestro Padre del Cielo; en una segunda fase, nos inspira la sensibilidad y delicadeza para todo lo que atañe a la relación con Dios, en términos de devoción, liturgia y vida espiritual. Aún más, nos hace percibir y compartir la compasión divina hacia los pequeños y desposeídos.
* El don de fortaleza, en una primera fase, nos capacita para resistir burlas, indiferencias y ataques por razón de la fe; en una segunda fase nos da el vigor para emprender arduos, y sobre todo útiles proyectos para la gloria divina.
* El don de sabiduría une el SABER y el SABOR, de modo que respiremos la atmósfera de Dios y participemos de su perspectiva sobre los asuntos del mundo de cara a la eternidad.
[Predicación a una Asamblea de la Renovación Carismática en San Salvador. Junio de 2014.]
Tema 1 de 2: El Espíritu renueva en ti el misterio de Cristo
* Los dos grandes momentos del Espíritu Santo en la vida de Cristo son, por supuesto, la Encarnación y la Resurrección.
* El misterio de la Encarnación nos recuerda que sólo desde la disponibilidad y docilidad, a ejemplo de María, dejaremos a Dios ser Dios. La humildad y la fe son la preparación objetiva para que el Espíritu haga de nosotros nueva arcilla y en nosotros modele a Cristo, Nuevo Adán.
* La vida del Resucitado es vida de Aquel que ha vencido la muerte y sus esbirros. Es tener capacidad de decir una palabra nueva y fuerte en todo ámbito de la vida humana, no como simple cambio sino como verdadera participación en el Reinado de Cristo. Esto cuenta y vale particularmente para los laicos.
[Predicación en la Parroquia de San Rafael Arnaiz, en San Marcos, El Salvador, con motivo de la Solemnidad de Pentecostés de 2014.]
* El texto bíblico nos habla de una transformación notable en los Apóstoles desde el momento en que recibieron el Espíritu Santo. Quedaron atrás la cobardía, la ignorancia y la vanidad, y en cambio de ellas llegaron la valentía para proclamar el señorío de Cristo, la profunda comprensión de la Palabra y la voluntad divinas, y la primacía del bien común de la Iglesia por encima de los intereses personales y aun de la propia vida.
* Hay varios modos de descubrir un poco más de cerca las riquezas de ese cambio. Uno de esos modos es tomando comparación a partir de nuestro propio cuerpo y sus funciones. En esta ocasión, hablamos de cómo el Espíritu renueva nuestros ojos, nuestras pasos y nuestro corazón.
* Necesitamos ojos nuevos para admirar y agradecer las obras de Dios; para reconocer a Cristo en la persona de los pobres; y para acoger el plan de Dios, preguntando menos “por qué” y más “para qué” suceden las cosas.
* Necesitamos pasos nuevos, pasos de renovada agilidad, para alcanzar aquellos lugares adonde el Señor quiere que vayamos, y en cierto sentido nos necesita. ¡Él ha querido necesitarnos, no de modo absoluto pero sí real!
* Necesitamos sobre todo un corazón nuevo, que no ame con la “lógica de la transacción” sino con la “lógica de la gratuidad;” un corazón que se abra a la fraternidad sincera, más allá de los impulsos de la conveniencia “carnal;” un corazón que sea audaz en buscar aquellas “periferias existenciales” de las que viene hablándonos el Papa Francisco; un corazón que sea capaz de creer en una esperanza mejor, que derrota incluso a la muerte.
La Resurrección, el Anuncio de la Paz y el Don del Espíritu Santo: ¿cómo se relacionan?
Cuando Dios nos ordena algo, con esa misma Palabra nos está dando la fuerza interior para realizarlo y vivirlo.
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