[Retiro Espiritual con un grupo de Hermanas Dominicas de la Presentación, en Bogotá. Semana Santa de 2014.]
Tema 5 de 8: Dificultades y enfermedades espirituales ampliamente extendidas
Con respecto a las dificultades que afectan a una porción muy amplia del Pueblo de Dios, podemos señalar cinco principales igualmente:
(1) Nueva Era y Orientalismo. Cada vez que el materialismo y la trivialidad asfixian a Occidente, los ojos se vuelven a Oriente. Con frecuencia, a lo largo de los siglos, ello ha significado abrir puertas para que todo tipo de filosofías y prácticas religiosas encuentren espacio de propagación en nuestros países. Así sucede ahora con la Nueva Era. Su vago sentido de trascendencia y su acentuado tono individualista le hacen candidata ideal para reemplazar el vacío del Dios cristiano.
(2) Sectas explícitas e implícitas. La división entre los cristianos no sólo escándalo que resta credibilidad a la predicación del Evangelio: es la oportunidad deseada por el laicismo para declarar a la religión como un mal público que sólo engendra división y odio.
Por otro lado, está también la mentalidad sectaria en grupos que, en principio, están en plena comunión con la Iglesia pero que con sus actitudes o descalificaciones terminan engendrando divisiones fuertes y entorpeciendo el avance de la misión.
(3) Desorientación semántica. Víctimas de un bombardeo mediático incesante, muchos católicos usan el lenguaje de la tolerancia, el pluralismo o la misericordia en la versión domesticada y adaptada a los intereses del mundo. En efecto es devastador y paralizante, especialmente para la transmisión de la fe cristiana a las nuevas generaciones, que en la práctica reciben un mensaje de “todo da más o menos lo mismo mientras uno sea buena persona.”
(4) Politización del mensaje. Otros muchos, por el contrario, pretenden hacer avanzar su versión de la fe católica usando estrategias muy ajenas al anuncio de la gracia. Toman, por ejemplo, a la Virgen de Fátima como estandarte de un modelo político; o toman algunos textos bíblicos para proponer una especie de “socialismo cristiano.”
(5) Pero tal vez el mal más difundido, es ver la religión como un supermercado, pensamiento que está a la base de afirmaciones tan contradictorias como frecuentes hoy en día: “Soy espiritual pero no religioso;” “Soy creyente pero no fanático” (porque ser “fanático” es ir a misa cada domingo, según ellos); “Cristo, sí; Iglesia, no.” Todo ello, por supuesto, es la contrapartida, en términos de ateísmo práctico, al lenguaje secularista y laicista del mundo.