Cien voces

¿Te acuerdas? -Hacíamos tú y yo nuestra oración, cuando caía la tarde. Cerca se escuchaba el rumor del agua. -Y, en la quietud de la ciudad castellana, oíamos también voces distintas que hablaban en cien lenguas, gritándonos angustiosamente que aún no conocen a Cristo. Besaste el Crucifijo, sin recatarte, y le pediste ser apóstol de apóstoles.

Más pensamientos de San Josemaría.

La dignidad del cuerpo y los restos fetales quemados

“Si hay preocupación por el tratamiento digno de unos restos humanos es porque, en el fondo, se diga o no, se les reconoce a esos restos la condición de humanos. Con lo cual, indirectamente, se reconoce que abortar es matar a un ser humano. Se pide para su cadáver un reconocimiento que, no sin paradoja, se le niega al embrión humano vivo…”

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