Padre Nelson, Lo que a mi me inquieta en este momento es saber que pasa cuando un animal muere, en este caso mi perrito que se fué el 20 de Enero después de 13 años de compañía incondicional y me tiene sumergida en una profunda tristeza . A raíz de esto me he estado preguntando ¿tienen alma los animales?, ¿a dónde van después de morir?. El fue un perro tan bueno que pienso que debe existir un “cielo” para mascotas… – GS.
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Bueno de alguna manera la respuesta está implícita en la enseñanza tradicional y muy firme de la Iglesia sobre la dignidad única del ser humano, redimido por Cristo y santificado por el Espíritu. Los animales viven solamente en el recuerdo de las personas que los conocieron y los quisieron. En efecto, la felicidad o desgracia de los animales se limita a lo que puede percibir su cuerpo, que, al deshacerse, se lleva consigo la posibilidad de cualquier premio o castigo adicional. En ese sentido, no es el caso que una mascota después de morir “extrañe” a alguien porque no hay sujeto que pueda tener ni ese ni ningún otro sentimiento.
Nuestro sentimiento de gratitud y de cariño hacia los animales, o las plantas, debe levantarse en alabanza hacia el Creador de todos. La bondad, la ternura, la compañía, la alegría que podemos experimentar ante la naturaleza en sus diversas expresiones, ha de ser un motivo para glorificar al Señor, y para recordar siempre cuánto excede el Creador a sus preciosas creaturas.