[Retiro de Adviento en la Parroquia de la Asunción, de Hackettstown, NJ.]
Tema 3 de 3: La conversión
* Después del cimiento se avanza en al construcción del edificio. Hay que ser cuidadosos: una grieta, que parece pequeña en la base, puede ser decisiva y trágica a medida que asciende por los muros.
* Lo mismo sucede en nuestra vida cristiana: no puede prosperar la semilla del bien si al mismo tiempo la ahogamos con la cizaña voluntaria de nuestros vicios consentidos. No se puede abrir espacio a la esperanza si se entrega el espacio al pecado.
* Al referirnos a las múltiples crisis de los jóvenes hablamos del daño que acusa la mentira, en la medida en que convierte al mundo en un lugar que no es de fiar, y por tanto: del que muy poco se puede esperar. Eso significa que la siembra de la esperanza es también siempre de la verdad.
* La verdad es la luz única que hace abrirse la flor de la esperanza. No es que tengamos respuesta inmediata y completa sobre qué haremos en cada escenario que pueda surgir en el futuro, sino que al acoger el señorío de Dios y al disponernos a amar y servir a los hermanos, estamos en realidad preparando lo mejor de cualquier futuro posible.
* La verdad indica también qué clase de cosas deben salir de nuestra vida. Es el sentido de la “poda” de la que habla Juan 15. Al podar se evita que recursos precioso (savia, en el caso de la planta) se vaya a ramas estériles. Podar es entonces “redistribuir recursos.” Podar la vida es preguntarse si el tiempo, las energías, los talentos que gastamos los estamos gastando bien.
* Guiados y animados por el Espíritu, los cristianos saben cómo lograr el máximo fruto aun en circunstancias difíciles. Los tiempos de prueba se convierten así en tiempos de verdadera esperanza.