[Retiro de Adviento en la Parroquia de la Asunción, de Hackettstown, NJ.]
Tema 2 de 3: El cimiento
* Nuestra fe afirma ante todo que creemos en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
* Cuando afirmamos que hay un solo Creador, afirmamos a la naturaleza como la casa que Dios nos ha dado. No adoramos la casa ni ignoramos al Dador. Cuidamos lo que nos ha dado sin confundirlo con el único que merece adoración y todo nuestro amor.
* Al reconocernos obra suya, encontramos la fuente primera y más firme de paz pues en la profunda aceptación de uno mismo, que finalmente es homenaje al Dios Creador, está el comienzo de toda aceptación de su plan en nuestras vidas.
* Este es el Dios que ha salido a nuestro encuentro en la Persona adorable de Jesucristo, su único Hijo, de modo que el amor del Hijo nos restaura, educa, sostiene e impulsa. nuestro futuro no es simplemente azar o resultado de fuerzas y planes humanos. Hay uno que es Señor.
* Así la fe se constituye en cimiento de la esperanza: quien reconoce a Dios como Señor suyo y Señor de la Historia sabe que, más allá de las crisis individualmente consideradas, y más allá incluso de la certeza de estar o no vivos en esta tierra, el futuro es suyo.
* Además, el amor de gratuidad que Cristo ha traído a la tierra, y que nosotros recibimos en el Don por excelencia, que es el Espíritu Santo, ese es el amor que SIEMPRE será necesario en esta tierra, más allá de los sistemas políticos, los avances tecnológicos o los planteamientos económicos. Radicados en ese amor, los cristianos nos constituimos en parte de la solución, en cualquier futuro que llegue a suceder.