[Intervención durante un coloquio con la comunidad del Convento de Santo Domingo, en Bogotá.]
1. Hay que saludar con gozo que se reanime la sensibilidad ante la realidad social.
2. No puede entrar la Iglesia en un esquema simplista de opresores contra víctimas; la Historia muestra que quienes usan ese lenguaje luego se proclaman representantes de los inocentes, y al final los usan para sus propias aspiraciones de poder.
3. No olvidemos el papel que ha tenido la Iglesia para inspirar formas positivas de construcción y reconstrucción del tejido social, por ejemplo, a través del movimiento cooperativista.
4. La Iglesia tiene también una tarea como memoria viva y como vocera de las verdades incómodas, pues es un hecho que en ambientes de protesta abundan las mentiras y medias verdades.