[Retiro espiritual en el Monasterio de Dominicas en Catamarca, Argentina.]
Tema 9 de 10: Ni pelagianos ni histéricos
* Esta predicación tiene dos partes: primero, un análisis crítico de las deficiencias actuales en los procesos de formación en la fe en buena parte de nuestra Iglesia Católica. Segundo, un contraste con las reuniones litúrgicas de la comunidad corintia, y un breve análisis de qué sucedía y qué propone el apóstol.
PRIMERA PARTE. Quizás debemos calificar de lamentable la situación de la formación en la fe en nuestra Iglesia. Los padres de familia no se han enterado de que han de ser los primero catequistas de sus hijos. Así los envían a colegios supuestamente católicos que parecen basar lo más importante del conocimiento de la fe en la catequesis pre-sacramental, que deja en los niños y jóvenes la idea de que, superada la “meta” (o sea, recibido el sacramento), ya no necesitan saber más ni practicar más. A menudo los materiales pedagógicos equiparan la religión al mundo ficticio de los dibujos animados, o al mundo emocional reducido de la juventud.
* Muchos católicos avanzan por la vida sin haber tenido nunca en realidad una experiencia viva de Cristo como su salvador y como criterio fundamental de sus valores. Son de esa manera caldo de cultivo para las sectas protestante o de otro tipo.
SEGUNDA PARTE. Seguramente por la herencia de religiones mistéricas que habían conocido en su paganismo muchos de los miembros de la comunidad corintia, en sus reuniones litúrgicas, que al parecer eran frecuentes, se daban algunos excesos, en la línea de una mente exaltada que tiene un trance.
* Puede uno preguntarse si todo ha de ser racional en la vida cristiana, que es como preguntarse si la meta es llegar a un comportamiento óptimo. La respuesta es que ello reduciría el misterio cristiano a una simple preceptiva, en la cual el protagonismo lo tiene el esfuerzo de la voluntad humana y los recursos educativos de la comunidad, o sea: lo que propone el pelagianismo.
* La propuesta de San Pablo no es la supresión de lo racional para llegar a lo irracional, sino la apertura a lo supra-racional desde la óptica doble y complementaria de la búsqueda del bien de la Iglesia, y la primacía del don del amor.