Los notarios ante la legislación colombiana sobre el matrimonio

Tengo una pregunta: ¿Cómo debe actuar un notario católico a partir del 20 de junio cuando tengan que unir parejas homosexuales según la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de Colombia? Al parecer se ha dicho que no pueden ejercer el derecho de objeción de conciencia, entonces ¿qué debería hacer ese notario? – MC.

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Yo creo que si la ley obliga a que se hable de matrimonio y cierra la puerta a la objeción de conciencia, la lucha inmediata debe ser reabrir esa puerta. Es lo que están haciendo aquí en Francia. Por supuesto, se requiere valor y habrá dolor, pero eso es lo que pasa cuando el mundo da la espalda a Dios. ¿Significa eso negarse a celebrar un “matrimonio” de dos personas del mismo sexo en caso de que la ley obligue a usar esa palabra? Sí. ¿Eso traerá consecuencias y desgracias para el notario? Sí. Lo mismo pasa en países donde médicos han sido encarcelados o privados de sus licencias por negarse a realizar abortos. Sin embargo, hay que anotar que, gracias a Dios no estamos todavía en ese extremo, en lo que atañe a nuestro país.

Corazón abierto

Ser “católico” es amar a la Patria, sin ceder a nadie mejora en ese amor. Y, a la vez, tener por míos los afanes nobles de todos los países. ¡Cuántas glorias de Francia son glorias mías! Y, lo mismo, muchos motivos de orgullo de alemanes, de italianos, de ingleses…, de americanos y asiáticos y africanos son también mi orgullo. -¡Católico!: corazón grande, espíritu abierto.

Si no tienes veneración suma por el estado sacerdotal y el religioso, no es cierto que ames a la Iglesia de Dios.

Aquella mujer que en casa de Simón el leproso, en Betania, unge con rico perfume la cabeza del Maestro, nos recuerda el deber de ser espléndidos en el culto de Dios.

Más pensamientos de San Josemaría.

La vida devota del padre Pío

Totalmente imbuido del pensamiento de que la primera Persona de la santísima Trinidad habitaba y actuaba en su alma, el Padre Pío «no deseaba otra cosa que agradar a Dios, padre y creador nuestro» (Epist. I,652).

Devoción del Padre Pío

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Doce mensajes sobre la FE

Doce mensajes sobre #LaFe para que mejor agradezcas la fe que tienes y más anheles la que te hace falta!

  1. Llegar a la fe es tocar ya la eternidad.
  2. Pero la eternidad no tiene ningún atractivo para el ateo: sólo puede verla como duración ilimitada y puro aburrimiento.
  3. Sin el horizonte de lo definitivo, lo transitorio se disuelve en frivolidad e insignificancia. Sin fe, eso solo es la vida humana.
  4. Y así el ateo no puede amar ni la fugacidad de lo transitorio ni el tedio de lo eterno. Así ponga cara dura, ¿comprendes su drama?
  5. Sin fe se puede sobrevivir un tiempo. Pero es que uno puede sobrevivir por años sin saber qué es o qué era la vida.
  6. Una cultura que objetivamente entrega menos fe a la nueva generación comete una injustica grave contra ella.
  7. La paradoja más hermosa es que tantos ateos se digan felices sin Dios mientras Dios pareciera necesitar de ellos para ser feliz.
  8. El diablo sabe que se siente gran dolor al perder la fe; por eso disfraza la tragedia como cambio a una nueva fe o “espiritualidad.”
  9. Para empezar a creer, algunos primero necesitaban descubrir que sólo creían que creían.
  10. Hay quien se convierte y cree que con ello adquiere el derecho de convertir a los demás.
  11. Parte de la fe puede entenderse como la completa seguridad de que uno, visto en sí mismo, no es de fiar.
  12. Y parte de la fe es descubrir que lo mejor de uno no viene de uno mismo ni es sólo para uno mismo.

Derecho y deber de la Iglesia

69 Con su doctrina social la Iglesia « se propone ayudar al hombre en el camino de la salvación »[Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 54: AAS 83 (1991) 860] : se trata de su fin primordial y único. No existen otras finalidades que intenten arrogarse o invadir competencias ajenas, descuidando las propias, o perseguir objetivos extraños a su misión. Esta misión configura el derecho y el deber de la Iglesia a elaborar una doctrina social propia y a renovar con ella la sociedad y sus estructuras, mediante las responsabilidades y las tareas que esta doctrina suscita.

70 La Iglesia tiene el derecho de ser para el hombre maestra de la verdad de fe; no sólo de la verdad del dogma, sino también de la verdad moral que brota de la misma naturaleza humana y del Evangelio.[Cf. Concilio Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 14: AAS 58 (1966) 940; Juan Pablo II, Carta enc. Veritatis splendor, 27. 64. 110: AAS 85 (1993) 1154-1155. 1183-1184. 1219-1220] El anuncio del Evangelio, en efecto, no es sólo para escucharlo, sino también para ponerlo en práctica (cf. Mt 7,24; Lc 6,46-47; Jn 14,21.23-24; St 1,22): la coherencia del comportamiento manifiesta la adhesión del creyente y no se circunscribe al ámbito estrictamente eclesial y espiritual, puesto que abarca al hombre en toda su vida y según todas sus responsabilidades. Aunque sean seculares, éstas tienen como sujeto al hombre, es decir, a aquel que Dios llama, mediante la Iglesia, a participar de su don salvífico.

Al don de la salvación, el hombre debe corresponder no sólo con una adhesión parcial, abstracta o de palabra, sino con toda su vida, según todas las relaciones que la connotan, en modo de no abandonar nada a un ámbito profano y mundano, irrelevante o extraño a la salvación. Por esto la doctrina social no es para la Iglesia un privilegio, una digresión, una ventaja o una injerencia: es su derecho a evangelizar el ámbito social, es decir, a hacer resonar la palabra liberadora del Evangelio en el complejo mundo de la producción, del trabajo, de la empresa, de la finanza, del comercio, de la política, de la jurisprudencia, de la cultura, de las comunicaciones sociales, en el que el hombre vive.

71 Este derecho es al mismo tiempo un deber, porque la Iglesia no puede renunciar a él sin negarse a sí misma y su fidelidad a Cristo: « ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio! » (1 Co 9,16). La amonestación que San Pablo se dirige a sí mismo resuena en la conciencia de la Iglesia como un llamado a recorrer todas las vías de la evangelización; no sólo aquellas que atañen a las conciencias individuales, sino también aquellas que se refieren a las instituciones públicas: por un lado no se debe « reducir erróneamente el hecho religioso a la esfera meramente privada »,[Juan Pablo II, Mensaje al Secretario General de las Naciones Unidas con ocasión del XXX Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (2 de diciembre de 1978): L’Osservatore Romano, edición española, 24 de diciembre de 1978, p. 13] por otro lado no se puede orientar el mensaje cristiano hacia una salvación puramente ultraterrena, incapaz de iluminar su presencia en la tierra.[Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 5: AAS 83 (1991) 799]

Por la relevancia pública del Evangelio y de la fe y por los efectos perversos de la injusticia, es decir del pecado, la Iglesia no puede permanecer indiferente ante las vicisitudes sociales [Cf. Pablo VI, Exh. ap. Evangelii nuntiandi, 34: AAS 68 (1976) 28] : « es tarea de la Iglesia anunciar siempre y en todas partes los principios morales acerca del orden social, así como pronunciar un juicio sobre cualquier realidad humana, en cuanto lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas ».[CIC. canon 747, § 2]

Este Compendio se publica íntegramente, por entregas, aquí.

Alcohol, acceso y exceso

“El consumo de alcohol entre adolescentes, e incluso niños, se ha convertido en un problema tan evidente y tan grave que no encararlo de una vez por todas nos puede llevar a un coma social. El gobierno español ha dicho que está estudiando la medida de multar a los padres cuyos hijos repitan un coma etílico, por suponer una dejación de la tutela efectiva, así como la posibilidad de considerar maltrato el hecho de que los progenitores permitan que sus hijos se agarren borracheras en su propio domicilio…”

Alcohol

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