“La Biblia es, en todo lo que afirma el texto, Palabra de Dios y por lo tanto inerrante. La clave está en saber qué afirma el efectivamente el autor y en qué es diferente de lo que cada uno pueda entenderle…”
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
El evangelista sugiere una preciosa comparación entre el comienzo de la creación y el recomienzo de todo en Cristo.
El Buen Pastor nos conoce… es el mismo lenguaje de Dios a Moisés: “He escuchado el clamor por la opresión de mi pueblo.”
[Predicación a los Misioneros de Jesús,en Guatemala. Abril de 2013.]
* Creer sólo puede significar una cosa: que el trono, el centro de mi vida es para Cristo. Los santos, lejos de estorbar, son testimonio precioso de lo que implica y el fruto que trae que Cristo tome su lugar.
* El gran obstáculo para que Dios reine el pecado. No pensemos del pecado como error, ignorancia, defecto o equivocación. No es un juego porque implica rebeldía y de suyo conduce a la muerte eterna.
* Lo primero que libera Cristo es el corazón: es ahí donde estamos realmente ciegos, paralíticos, sordos y a veces muertos.
* Necesitamos aprender a orar como hijos y no como esclavos. No pedir más parches para seguir sobreviviendo sino clamar por una vida nueva en su amor.
[Predicación a los Misioneros de Jesús,en Guatemala. Abril de 2013.]
El “cubo” de San Patricio
* Vemos que es estrategia del diablo mantenernos en la confusión, la ignorancia, la duda. Lo suyo es llevarnos a la inestabilidad, porque los corazones inestables son manipulables, como los de aquellos de quienes habla San Pablo en Efesios 4,14.
* Nuestra estabilidad viene de Cristo, que es roca firme. Pero para que esa firmeza llegue a nosotros hay que vigilar cada flanco desde el que puede venir algún ataque que nos desestabilice. Así razonó San Patricio cuando, en gran necesidad y soledad evangelizaba en la antigua Irlanda, y por eso oraba como revistiéndose de una coraza que debía rodearlo por todas partes.
* En efecto, de atrás, de nuestro pasado, viene el recuerdo de errores cometidos, que nos repiten que no merecemos amor no bendición.
* De adelante, del futuro, nos vienen duras incertidumbres y una persistente desconfianza.
* De abajo, de nuestras bases, recibimos recio impacto y tambalean cuando suceden cosas dolorosas o imprevistas, como los accidentes, las enfermedades terminales, los secuestros y otras cosas muy graves.
* De arriba, de las alturas de la inteligencia, vienen las preguntas de mucha especulación, que al final llenan de duda.
* De la izquierda, imagen de lo siniestro, viene el escándalo de los antitestimonios, que apagan la alegría y dividen las comunidades.
* De la derecha, es decir, de nuestro deseo de ser correctos, viene un peligro: hay ocasiones en que tratamos de ser coherentes y obrar bien pero las cosas salen mal, o lo que es peor, recibimos como pago dura ingratitud.
* Y de adentro mismo, del corazón, brota a veces una especie de rebeldía cínica: la tentación misma de excluir a Dios y tomar el trono que sólo el debe ocupar en el alma.
* Por todo eso San Patricio entendió que la única forma de recuperar la estabilidad y permanecer firmes en Cristo era reclamar para Cristo cada puerta, cada flanco de nuestra vida.
[Predicación a los Misioneros de Jesús,en Guatemala. Abril de 2013.]
* Cuando Cristo dice que la verdad nos hará libres está haciendo una promesa de liberación. Mas no debemos entender la liberación sólo para los casos de opresión o posesión diabólica. Si el pecado o el engaño aún tienen poder en nuestra vida quiere decir que en esa misma media necesitamos ser liberados.
* A menudo nuestros engaños tienen que ver con la medida incorrecta.
* Por ejemplo: es tentación frecuente en los hombres sentir que su trabajo es rutinario y carente de significado. Su autoestima es baja y se consideran como basura. De ese extremo pasamos al contrario: con un lenguaje agresivo, dominante e intransigente, ese mismo hombre se impone con arrogancia a su esposa o a sus hijos. Ese juego de extremos es estrategia muy usada por el demonio para debilitarnos y finalmente vencernos.
* Algo parecido, otro juego de extremos, acecha con frecuencia a las mujeres, cuando pasan de la idea de que no pueden gustar a nadie a la sensación embriagante de atraer la atención y el deseo, sobre todo cuando exhiben su cuerpo. Pero después de exhibirse es inevitable descubrir que esos ojos miran con desprecio, compasión o lujuria. Saber eso hunde en un nuevo ciclo de soledad, de vuelta al primer extremo.
* Hay un tercer “juego de extremos” que nos ataca a todos, y que quizás es el más perverso: vivir en la inconsciencia para luego mirar en la desesperación. Dice Santa Catalina de Siena que el demonio quiere mantenernos vendados en vida para arrancamos la vendrá justo a la hora de la muerte, de modo que pasemos de vivir como si no existiera la justicia de Dios a morir como si no existiera la misericordia de Dios.
* De todos esos y muchos otros engaños hemos de ser liberados, y para eso ha venido Cristo como nuestra única y preciosa verdad.
Las “obras” de Cristo dan testimonio de él. Eso implica que lo conocemos más si lo dejamos obrar más.
De ordinario, la gente es muy poco generosa con su dinero -me escribes-. Conversación, entusiasmos bulliciosos, promesas, planes. -A la hora del sacrificio, son pocos los que “arriman el hombro”. Y, si dan, ha de ser con una diversión interpuesta -baile, tómbola, cine, velada- o anuncio y lista de donativos en la prensa. -Triste es el cuadro, pero tiene excepciones: sé tú también de los que no dejan que su mano izquierda, cuando dan limosna, sepa lo que hace la derecha.
-Sólo se me ocurre esto: vamos tú y yo a dar y a darnos sin tacañería. Y evitaremos que quienes nos traten adquieran tu triste experiencia.
“Saludad a todos los santos. Todos los santos os saludan. A todos los santos que viven en Efeso. A todos los santos en Cristo Jesús, que están en Filipos.” -¿Verdad que es conmovedor ese apelativo -¡santos!- que empleaban los primeros fieles cristianos para denominarse entre sí? -Aprende a tratar a tus hermanos.
La evangelización no es sólo discurso bien armado: es presencia del Espíritu que obra y transforma.
Cristo es “puerta” porque sólo desde Él se puede construir vida cristiana. El lenguaje de compromiso siempre falla al final.
[Predicación en la parroquia de San Pedro y San Pablo, de San José Villanueva, Guatemala, en Abril de 2013.]
* Para responder a la pregunta, siempre importante: ¿Cómo crecer en la fe?, a veces es provechoso preguntarse qué clase de cosas hacen que perdamos o disminuyamos la fe. La historia de algo que sucedió en una antigua población de Asia sirve de buena ilustración.
* Una terrible hambruna llegó a la ciudad de Samarcanda, y aunque el líder de la región, el príncipe Ismael, envió algo de alimento, la gente en el pueblo sintió que era demasiado poco para el número de necesitados. El alcalde Mustafá dispuso además que un contingente de soldados bien armados debían mantener a la multitud hambrienta a suficiente distancia de los alimentos, y también ordenó que fueron provistos en primer lugar las familias relacionadas con el gobierno de la ciudad, es decir, la gente más rica y poderosa. Todos estos hechos y decisiones llevaron a la gente a una sensación de desolación y desprotección: su fe y su esperanza se apagaban rápidamente.
* De ese relato es posible extraer las cosas que apagan la fe: (1) Sentir que nuestros problemas son demasiado grandes, y que ya no hay solución. (2) Pensar que lo que Dios o la oración puedan hacer será muy poco, o que ya es demasiado tarde, o que en realidad uno no merece que le llegue nada. (3) Tener la idea de que si Dios al fin sí da algo valioso y oportuno, será sólo para otras personas, por ejemplo: la gente buena, con instrucción en la fe, o que siempre ha estado cercana a la Iglesia. (4) Tener suspicacia de los planes o la manera como Dios da las cosas, y optar por excluirse uno mismo por no hacerse ilusiones.
* Pero la manera como Cristo habla, y sobre todo actúa, lleva una lógica distinta. Su estilo queda bien plasmado en las Bienaventuranzas (Mateo 5). Cristo es el Dios cercano que derriba nuestros prejuicios, que no se deja detener por el asco, la simple costumbre, la conveniencia, o el pasado que haya tenido una persona. Su actitud es refrescante y liberadora y despierta la alegría que sólo se siente ante una auténtica sorpresa de amor. Así se cumple que en el renace nuestra fe.
DOMINGO IV DE PASCUA, CICLO C
El itinerario pascual quiere llevarnos a descubrir que Cristo no sólo arregla cosas en la vida sino que Él es el viviente y el que da vida.
“Un debate que apenas comienza en el mundo occidental, que los países de tradición no cristiana ni siquiera se han atrevido a tocar y que, sin embargo, en nuestro país muchos quieren dar por terminado sin un debate serio y profundo, estigmatizando a quienes opinen distinto, e incluso intentando poner en la cárcel a quienes manifiesten desacuerdo con la corriente en boga…”
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45 Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre en el cual y gracias al cual el mundo y el hombre alcanzan su auténtica y plena verdad. El misterio de la infinita cercanía de Dios al hombre —realizado en la Encarnación de Jesucristo, que llega hasta el abandono de la cruz y la muerte— muestra que lo humano cuanto más se contempla a la luz del designio de Dios y se vive en comunión con Él, tanto más se potencia y libera en su identidad y en la misma libertad que le es propia. La participación en la vida filial de Cristo, hecha posible por la Encarnación y por el don pascual del Espíritu, lejos de mortificar, tiene el efecto de liberar la verdadera identidad y la consistencia autónoma de los seres humanos, en todas sus expresiones.
Esta perspectiva orienta hacia una visión correcta de las realidades terrenas y de su autonomía, como bien señaló la enseñanza del Concilio Vaticano II: « Si por autonomía de la realidad terrena se quiere decir que las cosas creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores, que el hombre ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco, es absolutamente legítima esta exigencia de autonomía… y responde a la voluntad del Creador. Pues, por la propia naturaleza de la creación, todas las cosas están dotadas de consistencia, verdad y bondad propias y de un propio orden regulado, que el hombre debe respetar con el reconocimiento de la metodología particular de cada ciencia o arte ».[Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 36: AAS 58 (1966) 1054; cf. Id., Decr. Apostolicam actuositatem, 7: AAS 58 (1966) 843-844]
46 No existe conflictividad entre Dios y el hombre, sino una relación de amor en la que el mundo y los frutos de la acción del hombre en el mundo son objeto de un don recíproco entre el Padre y los hijos, y de los hijos entre sí, en Cristo Jesús: en Él, y gracias a Él, el mundo y el hombre alcanzan su significado auténtico y originario. En una visión universal del amor de Dios que alcanza todo cuanto existe, Dios mismo se nos ha revelado en Cristo como Padre y dador de vida, y el hombre como aquel que, en Cristo, lo recibe todo de Dios como don, con humildad y libertad, y todo verdaderamente lo posee como suyo, cuando sabe y vive todas las cosas como venidas de Dios, por Dios creadas y a Dios destinadas. A este propósito, el Concilio Vaticano II enseña: « Pero si autonomía de lo temporal quiere decir que la realidad creada es independiente de Dios y que los hombres pueden usarla sin referencia al Creador, no hay creyente alguno a quien se le escape la falsedad envuelta en tales palabras. La criatura sin el Creador desaparece ».[Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 36: AAS 58 (1966) 1054]
47 La persona humana, en sí misma y en su vocación, trasciende el horizonte del universo creado, de la sociedad y de la historia: su fin último es Dios mismo,[Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2244] que se ha revelado a los hombres para invitarlos y admitirlos a la comunión con Él: [Cf. Concilio Vaticano II, Const. dogm. Dei Verbum, 2: AAS 58 (1966) 818] « El hombre no puede darse a un proyecto solamente humano de la realidad, a un ideal abstracto, ni a falsas utopías. En cuanto persona, puede darse a otra persona o a otras personas y, por último, a Dios, que es el autor de su ser y el único que puede acoger plenamente su donación ».[Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 41: AAS 83 (1991) 844] Por ello « se aliena el hombre que rechaza trascenderse a sí mismo y vivir la experiencia de la autodonación y de la formación de una auténtica comunidad humana, orientada a su destino último que es Dios. Está alienada una sociedad que, en sus formas de organización social, de producción y consumo, hace más difícil la realización de esta donación y la formación de esa solidaridad interhumana ».[Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus, 41: AAS 83 (1991) 844-845]
48 La persona humana no puede y no debe ser instrumentalizada por las estructuras sociales, económicas y políticas, porque todo hombre posee la libertad de orientarse hacia su fin último. Por otra parte, toda realización cultural, social, económica y política, en la que se actúa históricamente la sociabilidad de la persona y su actividad transformadora del universo, debe considerarse siempre en su aspecto de realidad relativa y provisional, porque « la apariencia de este mundo pasa » (1 Co 7,31). Se trata de una relatividad escatológica, en el sentido de que el hombre y el mundo se dirigen hacia una meta, que es el cumplimiento de su destino en Dios; y de una relatividad teológica, en cuanto el don de Dios, a través del cual se cumplirá el destino definitivo de la humanidad y de la creación, supera infinitamente las posibilidades y las aspiraciones del hombre. Cualquier visión totalitaria de la sociedad y del Estado y cualquier ideología puramente intramundana del progreso son contrarias a la verdad integral de la persona humana y al designio de Dios sobre la historia.
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