[Congreso en Poza Rica, México, en Marzo de 2013.]
Tema 3 de 4: Enemigos falsos y verdaderos de la fe
* La fe es un don que no podemos construir, pero sí está en nosotros, por lo menos, hasta un cierto punto, el cuidar, cultivar y defender ese don.
* Hay conflictos ficticios que oscurecen la naturaleza de la fe y del acto de creer. Son tres principalmente:
(1) La razón y la fe. No son opuestas: tienen su origen en Dios y buscan la verdad. El Nuevo Testamento no nos pide dejar de pensar cuando nos invita a creer. De hecho, la razón ayuda a clarificar, exponer y defender la fe frente a las objeciones contrarias. Razón y fe no se oponen pero racionalismo y fideísmo, sí crean incompatibilidades insolubles. Pero el racionalismo no es racional, ni el fideísmo es genuina fe.
(2) La ciencia y la fe. No son opuestas: la ciencia establece hechos y datos; descubre patrones y suele expresarse en leyes matemáticas, pero cuál sea el sentido de esas leyes, y cuál su origen último, trasciende a la ciencia. No es la ciencia sino el cientificismo lo que se opone a la fe.
(3) El dolor y la fe. No son opuestos, pues, ¿qué se resuelve con no creer? Además, Cristo nunca anunció una vida sin dificultades, sino que dijo que había que tomar la cruz cada día.
* Hay también conflictos reales; tres principalmente:
(1) El ídolo de la prosperidad, que nos llena de arrogancia y falsa seguridad.
(2) La ignorancia, que lleva a herejía o sincretismo.
(3) La lucha contra el poder de las tinieblas. Siempre hemos de recordar que el carácter de don de la fe implica que necesitamos del donante para conservarla: “Líbranos de la tentación.”