“Los resultados fueron contundentes: los niños atendidos por sus madres ganaron peso mucho antes que los otros. Lo que demuestra algo obvio: que no hay mejor alimento que el afecto y el cariño…”
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
Cuando vayas a orar, que sea éste un firme propósito: ni más tiempo por consolación, ni menos por aridez.
No digas a Jesús que quieres consuelo en la oración. -Si te lo da, agradéceselo. -Dile siempre que quieres perseverancia.
Persevera en la oración. -Persevera, aunque tu labor parezca estéril. -La oración es siempre fecunda.
Tu inteligencia está torpe, inactiva: haces esfuerzos inútiles para coordinar las ideas en la presencia del Señor: ¡un verdadero atontamiento! No te esfuerces, ni te preocupes. -Oyeme bien: es la hora del corazón.
Esas palabras, que te han herido en la oración, grábalas en tu memoria y recítalas pausadamente muchas veces durante el día.
“Pernoctans in oratione Dei” -pasó la noche en oración. -Esto nos dice San Lucas, del Señor. Tú, ¿cuántas veces has perseverado así? -Entonces…
Si no tratas a Cristo en la oración y en el Pan, ¿cómo le vas a dar a conocer?
[Predicación en el Monasterio “Madre de Dios” de las Dominicas Contemplativas en Baena, España.]
* ¿Por qué en la antigüedad las alianzas se sellaban siempre con sacrificios, o con sangre? Para indicar el grado de compromiso de los implicados.
* ¿Por qué era tan importante para Salomón celebrar matrimonios con mujeres de tan variadas tribus y naciones? porque pensaba que al mezclarse los linajes de sangre se garantizaba una paz más firme.
* ¿Qué impactó más a los antiguos paganos cuando florecía el cristianismo? Dos cosas, que ambas implican entrega de la vida: la vocación virginal y el martirio.
* La sangre es el lenguaje del amor sin reservas; es el lenguaje de la vida que se dona totalmente.
[Predicación en el Monasterio “Madre de Dios” de las Dominicas Contemplativas en Baena, España.]
Cuatro escenas del A.T. nos ayudan a descubrir las riquezas del sacramento eucarístico.
* Los sacrificio de comunión estipulados en el Deuteronomio nos hablan de la unidad entre nosotros y con Dios.
* El maná caído del cielo nos recuerda la providencia divina, de quien todo lo bueno hemos de esperar.
* El banquete prometido por Isaías anuncia la gratuidad y la universalidad del don con que Dios nos alimenta.
* Y sobre todo, el cordero pascual nos enseña que esta es una comida de familia, que trae libertad y que nos pone en movimiento.
San Bernabé debe ser recordado como aquel que dirigió la primera misión propiamente dicha.
España nos importa a todos
Desde suelo español, vaya este saludo, y con él, mi bendición a todos.
Palabra breve: si puedes leer esto, te interesa España. Como a mí.
Míralo desde la economía, y pregunta en tu país el monto de la inversión española, lo que ha significado y lo que significa hoy. Míralo desde la cultura, y comprueba, como yo lo he hecho, que las ideas, buenas o malas, que se imponen en la península ibérica pronto–cada vez más pronto–empiezan a repetirse en los micrófonos y pantallas desde Argentina hasta México. Míralo desde la fe, y haz el ejercicio de quitar a Santa Teresa, San Francisco Javier, Santo Domingo de Guzmán, San Juan de Ávila, San Ignacio de Loyola, San Juan de la Cruz, San Josemaría Escrivá y una larga lista que sigue, y dime qué significaría ser católico para ti.
España nos interesa. Somos muchos millones los que deseamos una España vigorosa en sus familias, en su fe, en su cultura.
El camino es orar para que los arroyos subterráneos de fe y vigor que por estas tierras españolas circulan, salgan nuevamente a superficie y renueven con nuevo impulso a la Iglesia y la sociedad.
“No hay siglo ni nación judeocristiana que no haya atestiguado una o varias encerronas milenaristas derivadas en compactas hecatombes de sangre y fuego. Difícil rescatar de esta nómina de reclusiones colectivas una que no haya terminado de la peor manera. El encierro de un grupo reducido en un castillo de pureza apocalíptica reta a las autoridades e incomoda inevitablemente al resto de la población…”
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Comulgar para Vivir en Comunión
Nuestra vida cristiana y nuestra consagración religiosa pueden alcanzar su perfección si tan sólo nos hacemos cuatro preguntas que brotan al comulgar: ¿Quién se nos da? ¿Cómo se nos da? ¿Por qué se entrega? ¿Para qué?
La efusión de la Sangre del Cordero nos está recordando que hemos sido amados hasta el extremo.
De amores sólo sabe
el que ha buscado el bien
y al encontrarlo ha sabido
que no es sólo para él.
De amores sólo sabe
el que ha sufrido de más
y que sufrido y cansado
no se ha cansado de amar.
De amores sólo sabe
el que ha perdonado al fin,
después de haber perdonado
otras mil veces mil.
De amores sólo sabe
Jesús, el de Nazareth,
lo sabe su Cuerpo Herido
y su Sangre lo sabe bien.
[Predicación en el Monasterio “Madre de Dios” de las Dominicas Contemplativas en Baena, España.]
La Eucaristía es en primer lugar “acción,” acto, evento, suceso: no es repetición ni representación sino unión de la Iglesia, más allá del tiempo y el espacio, con el único sacrificio redentor, el de Cristo en la Cruz.
Pero los testimonios, ya desde la Iglesia Antigua, muestran que los cristianos entendían que había una presencia permanente, en el sentido de que el pan no vuelve simplemente a ser pan ni siguió siendo pan, al ser “eucaristizado.” Tal es la raíz remota de la adoración eucarística.
Un recuento de la estructura del año litúrgico para situar el elogio que Jesús hace de la exigua donación de la viuda pobre.
Dicen que una vez un hombre, era perseguido por varios malhechores que querían matarlo. El hombre ingresó a una cueva. Los malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores de la que él se encontraba.
Con tal desesperación elevó una plegaria a Dios, de la siguiente manera: “Dios todopoderoso, has que dos ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme”. En ese momento escuchó a los hombres acercándose a la cueva en la que el se encontraba, y vio que apareció una arañita.
La arañita empezó a tejer una telaraña en la entrada. El hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez mas angustiado: “Señor te pedí ángeles, no una araña.” Y continuó: “Señor por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme”.
Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada, y observo a la arañita tejiendo la telaraña.
Estaban ya los malhechores ingresando en la cueva anterior de la que se encontraba el hombre y este quedó esperando su muerte. Cuando los malhechores estuvieron frente a la cueva que se encontraba el hombre, ya la arañita había tapado toda la entrada, entonces se escuchó esta conversación:
Primer hombre:
– Vamos, entremos a esta cueva.
Segundo hombre:
– No, ¿no ves que hasta hay telarañas? nadie ha entrado en esta cueva. Sigamos buscando en las demás cuevas.
Dios como padre amoroso sabe perfectamente cuál es la respuesta apropiada para cada situación que se nos presenta.
Esperar que nuestras plegarias sean atendidas de acuerdo con nuestras reglas es desmerecer el poder de Dios que sabe no solo que nos hará más felices, sino también, qué es más conveniente para nuestra vida.
Con valentía Cristo denuncia la ignorancia y la apariencia con que han venido obrando los escribas.