[Retiro Espiritual “De Nazareth a la Cruz; de la Cruz a la Luz,” ofrecido a las Hermanas Dominicas Nazarenas, con ocasión de su IX Capítulo General Electivo en Diciembre de 2012.]
Tema 4: Los Discípulos
* Al referirnos a los discípulos, lo primero es quitar la idea de que se trataba de un grupo de amigos de Jesús en el sentido que esa palabra “amigo” tiene hoy. En nuestra época se llama amigos a aquellas personas que escogemos y nos escogen por una compatibilidad y gusto mutuos. Típicamente, los amigos son el tipo de gente con que nos sentimos a gusto; personas de las que no esperamos rechazo sino aceptación incondicional e incluso complicidad. No son personas que nos hacen mejores sino que hacen amable la vida, a veces a precio de dejarnos instalados en nuestras deficiencias y pecados. Esa noción contemporánea de amistad no sirve para acercarnos a un grupo tan diverso y complejo como el delos Doce que acompañan a Cristo.
* De hecho, en los discípulos vemos competencia, orgullo, vanidad… Lo más repetido de sus discusiones internas es la pregunta: “¿Quién es el primero?” No debemos juzgarlos con dureza hipócrita: también en nuestro tiempo sucede que quienes están consagrados al servicio de Dios y de la Iglesia esperan, implícita o explícitamente, hacer una especie de carrera, de modo que pasen de una parroquia pobre y lejana a otra más afluente y central, y así sucesivamente en ascensos de puestos, recursos y honores, con los que se busca finalmente… ser el primero.
* El espíritu de competencia lleva pronto a celos y resentimientos. Cuando los Zebedeos piden ser los primeros, los demás discípulos no esconden su resentimiento ante estos dos hermanos. El contraste entre el lenguaje de Cristo, que habla de servicio, y las actitudes y palabras de ellos, que compiten por honores y poder, no podía ser mayor.
* No falta tampoco el egoísmo en esos corazones. Consta que Judas Iscariote “era ladrón” (Juan 12,6). Pero además, como anunció Cristo, cuando el pastor fue herido se dispersaron todas las ovejas (Marcos 14,27), es decir, cada discípulo mostró lo que llevaba dentro: preocupación sólo por lo suyo.
* La síntesis es que los discípulos claramente están desconectados de su Maestro, aun teniéndolo cerca, y que por la misma razón están desconectados unos de otros. Un nuevo comienzo será pensable sólo sobre bases nuevas.