[Curso a las Monjas Dominicas del Monasterio de Santa Ana, en Murcia, España.]
Tema 6 de 6: Juan Pablo II y la circularidad entre fe y razón
Esquema de Fides et Ratio, del Beato P.P. Juan Pablo II (1920-2005)
Introducción (Conócete a ti mismo)
Capítulo I: La revelación de la sabiduría de Dios
Jesús revela al Padre
La razón ante el misterio
Capítulo II: Credo ut intellegam
“La sabiduría todo lo sabe y entiende” (Sb 9,11)
“Adquiere la sabiduría, adquiere la inteligencia” (Pr 4,5)
Capítulo III: Intellego ut credam
Caminando en busca de la verdad
Diversas facetas de la verdad en el hombre
Capítulo IV: Relación entre la fe y la razón
Etapas más significativas en el encuentro entre la fe y la razón
Novedad perenne del pensamiento de santo Tomás de Aquino
El drama de la separación entre fe y razón
Capítulo V: Intervenciones del magisterio en cuestiones filosóficas
El discernimiento del Magisterio como diaconía de la verdad
El interés de la Iglesia por la filosofía
Capítulo VI: Interacción entre teología y filosofía
La ciencia de la fe y las exigencias de la razón filosófica
Diferentes estados de la filosofía
Capítulo VII: Exigencias y cometidos actuales
Exigencias irrenunciables de la palabra de Dios
Cometidos actuales de la teología
Conclusión
Sobre la Circularidad de Fe y razón, Filosofía y Teología
73. A la luz de estas consideraciones, la relación que ha de instaurarse oportunamente entre la teología y la filosofía debe estar marcada por la circularidad. Para la teología, el punto de partida y la fuente original debe ser siempre la palabra de Dios revelada en la historia, mientras que el objetivo final no puede ser otro que la inteligencia de ésta, profundizada progresivamente a través de las generaciones. Por otra parte, ya que la palabra de Dios es Verdad (cf. Jn 17, 17), favorecerá su mejor comprensión la búsqueda humana de la verdad, o sea el filosofar, desarrollado en el respeto de sus propias leyes. No se trata simplemente de utilizar, en la reflexión teológica, uno u otro concepto o aspecto de un sistema filosófico, sino que es decisivo que la razón del creyente emplee sus capacidades de reflexión en la búsqueda de la verdad dentro de un proceso en el que, partiendo de la palabra de Dios, se esfuerza por alcanzar su mejor comprensión. Es claro además que, moviéndose entre estos dos polos —la palabra de Dios y su mejor conocimiento—, la razón está como alertada, y en cierto modo guiada, para evitar caminos que la podrían conducir fuera de la Verdad revelada y, en definitiva, fuera de la verdad pura y simple; más aún, es animada a explorar vías que por sí sola no habría siquiera sospechado poder recorrer. De esta relación de circularidad con la palabra de Dios la filosofía sale enriquecida, porque la razón descubre nuevos e inesperados horizontes.
74. La fecundidad de semejante relación se confirma con las vicisitudes personales de grandes teólogos cristianos que destacaron también como grandes filósofos, dejando escritos de tan alto valor especulativo que justifica ponerlos junto a los maestros de la filosofía antigua. Esto vale tanto para los Padres de la Iglesia, entre los que es preciso citar al menos los nombres de san Gregorio Nacianceno y san Agustín, como para los Doctores medievales, entre los cuales destaca la gran tríada de san Anselmo, san Buenaventura y santo Tomás de Aquino. La fecunda relación entre filosofía y palabra de Dios se manifiesta también en la decidida búsqueda realizada por pensadores más recientes, entre los cuales deseo mencionar, por lo que se refiere al ámbito occidental, a personalidades como John Henry Newman, Antonio Rosmini, Jacques Maritain, Étienne Gilson, Edith Stein.