Espiritualidad de la Vida Apostólica. Retiro Espiritual con las Dominicas de la Inmaculada, en Cuenca (Ecuador).
Tema 11 de 12: Pobreza.
* Mientras que la obediencia y la castidad apuntan a realidades “interiores” como es la propia voluntad o los afectos, lo concerniente a la pobreza es mucho más visible precisamente porque alude a las cosas.
* Es lógico entonces que históricamente este voto haya sido ocasión de divisiones y disputas a distintos niveles, desde los cátaros hasta los luteranos; desde los fratricelli hasta los entusiastas de la teología de la liberación.
* Un peligro en el que muchos han caído es despojar el cuerpo para cargar de soberbia el alma: hacer de una práctica estricta o “profética” de la pobreza un arma arrojadiza contra los institucional en la Iglesia. Pero por otro lado, no se puede negar que muchas comunidades religiosas se han dejado seducir por la seguridad y bienestar que da el aliarse con los ricos y poderosos.
* La mendicancia, o en general, el depender de donaciones, parece algo evangélicamente elocuente al principio pero luego uno ve el peligro que entraña depender de quienes lo sostienen a uno o a las obras por las que se ha luchado tanto. Parece mejor conservar la independencia de acción y vivir con sobriedad y alegría del trabajo realizado.
* La “inserción” propuesta por la línea de la Teología de la Liberación contiene grandes dosis de despojo y de heroísmo pero es cuestionable como camino real de impacto social en la evangelización. Al perder el camino institucional los frutos quedan a menudo reducidos a ámbitos mínimos de vecindario, sin mayor futuro vocacional ni sostenibilidad a largo plazo.
* Todo ello nos lleva a preguntarnos por los excesos que se cometen en cuanto a nuestra manera de relacionarse con las cosas. Van en cuatro líneas: (1) Afán de acumular; (2) Uso indebido o irresponsable (desperdicio), con mentalidad de “potentado;” (3) Ostentación, por ejemplo en algunas edificaciones o en cosas de uso personal; (4) Deseo de estrenar, en parte por vanidad, en parte por creer uno que “no ha perdido nada” con hacerse religioso, pues sigue en la vanguardia de lo que el mundo ofrece.
* Recomendaciones prácticas: (1) Compartiremos con sabiduría, alegría y amor nuestros bienes si empezamos por compartir el gran Bien que es Cristo mismo. (2) Capacidad de autocrítica, si uno se siente voz profética de la pobreza: busque entonces la mansedumbre, la humildad y sobre todo, la caridad. (3) Las escapadas en solitario son estériles: quedan como anécdotas sin fruto; nuestra pobreza está ligada a la renovación de la comunidad como tal. (4) Jamás opongamos carisma e institución; lo nuestro no es atacar las instituciones sino buscar que sean vehículos del servicio al Evangelio y al Pueblo de Dios.