“Los cruceros que recorren el Mediterráneo son vistos en las publicidades como grandes centros lúdicos y lo son. Con la noticia del hundimiento de la nave Costa Concordia, entretanto vino a flote algo que normalmente no se tiene en cuenta sobre los cruceros: estas ciudades flotantes cuentan con la presencia de un capellán. En este caso el padre Raffaele Malena, que vivió en primera persona el naufragio. Junto a él, el párroco de la isla del Giglio ayudó a los náufragos y el director de la pastoral del mar de la Iglesia italiana, Giacomo Martino, explicó a ZENIT el papel de un capellán a bordo…”
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