El Dador de Vida
14. ¿Y qué es lo “mandado” por Jesús? Como una orden es: “Id a hacer discípulos y a Bautizar, enseñándoles a guardar lo que os he mandado”. Y como un envío o regalo es: guardar principalmente al Espíritu Santo, el cual Él nos ha dado en cumplimiento de la promesa del Padre; don que ha conseguido para nosotros sus hijos discípulos, a precio de su sangre.
Todos los dones del Bautismo se desprenden del don de dones que es el Espíritu Santo. Es más, la misma Iglesia, los Sacramentos y la Doctrina son obra y gracia del Espíritu de Dios. Por ello la Escritura nos recomienda:
“Guardaos de entristecer al Espíritu Santo de Dios, en el cual habéis sido sellados para el día de la redención” (Ef 4, 30; cf. Is 63. 10).
En efecto, el fiel y el discípulo han sido sellados por Dios y en Dios por los Sacramentos para actualizar la Redención. Sin la presencia del Espíritu Santo -el cual puede estar “cerca y junto”, o “en” el fiel y el discípulo3-, ninguna educación y enseñanza tienen sentido trascendente y real.
Por tanto es una necesidad apremiante el suplicar al Padre Bueno el don del Espíritu, pues sin Él nada tiene sentido. Sin Él que es “Dador de Vida”, estamos muertos en el alma y sumidos en la ignorancia y la corrupción. Él es el propósito y el sostén de toda educación y enseñanza verdaderas. La educación católica consiste básicamente en la petición a Dios de su Espíritu y en cultivar sus mociones. Esto se debe hacer a diario y en todo lugar.
[Texto original de Juan de Jesús y María.]