Fray Nelson, que DIOS lo bendiga. Le escribo para pedir su punto de vista de la entrevista que le realizó Yamid Amat a Gonzalo Gallo. Bendiciones. Cordialmente, Herly Ramses.
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Estimado Herly,
La introducción a la entrevista, que puede llerse completa aquí, ya nos orienta sobre qué estamos enfrentando:
Gonzalo Gallo dice que hoy no tiene ninguna religión, nunca va a misa y jamás se confiesa, pero cree en Dios y en la oración. Gallo critica la misa actual y dice que Dios no necesita intermediarios para la confesión. Colombia está viviendo un extraño momento de notable espiritualidad y simultáneo alejamiento de todas las iglesias. [Al mismo tiempo,] en las grandes ciudades hay hombres convertidos en inexplicables fenómenos de seguimiento y de fe.
¿Qué decir de esa entrevista? Es una serie de opiniones de una persona que a estas alturas se ha alejado muchísimo de la fe católica, que parece que un día tuvo. Por supuesto, resulta doloroso leerle porque uno supone que una persona con sus estudios no va a resultar defendiendo las cosas que él defiendo, ni atacando las que él ataca.
Las opiniones de Gallo pueden ser discutidas de dos maneras: o preguntándonos cómo se diferencian de la fe católica, o preguntándonos si son cosas razonables que puedan afirmarse por sí mismas, independientemente de la fe. En ambos casos el balance es desastroso. Muy triste, la verdad.
Estos son los principales puntos en que el actual Gonzalo Gallo se separa de la fe católica:
1. Pretender afirmar una religión sin iglesia. La naturaleza social del ser humano hace que las creencias avancen o retrocedan en grupos humanos. Tener fe no es sólo tener unas ideas o prácticas. La fe se vuelve celebración y norma de vida, y como tal tiene un impacto necesario en otras vidas. La manera como se consolida una doctrina ( y Gallo la tiene, por supuesto) implica de hecho una autoridad porque no todos pueden decir qué es verdadero o qué es falso. El Nuevo Testamento muestra que hay una línea de autoridad que proviene de un hecho muy simple e incontestable: los primeros testigos, es decir, los apóstoles, son los que pueden definir sobre la verdad o falsedad de una enseñanza. Gallo es contrario a la Biblia y contrario al hecho básico de la naturaleza social humana.
2. El “Cristo” de él es sencillamente un modelo admirable, no es el Redentor por cuyo sacrificio somos salvos. Por eso ese Cristo es “uno entre muchos.” De hecho, en el pensamiento de Gallo, la muerte de Cristo no tiene ninguna incidencia fuera de ser un testimonio de coherencia o un ejemplo de amor. Pero la Biblia dice mucho más. La muerte de Cristo es sacrificio de propiciación; su Sangres es Sangre de Alianza. No porque Dios sea “sanguinario” sino porque la historia humana, en su rebeldía contra Dios, ha alcanzado los niveles más hondos, y allí debe ser denunciada y sanada.
3. Gallo quiere presentarse como “mente abierta” pero su dogmatismo es duro y cerrado. Esto se ve en que sus afirmaciones son rotundas, sin espacio para discusión: “El diablo no existe.” Una frase así es deleitable para los oídos modernos que sólo saben del ego y sus satisfacciones, y que pretenden tener a la ciencia o a una pseudo ciencia como su único faro en búsqueda de la luz. ¡Qué cómodo es relegar todo el problema del mal a la voluntad humana, de modo que parezca cuento de fábula hablar de diablos! ¿Y qué ironía que Gallo propone descaradamente el espiritismo y el channeling con los ángeles “buenos” y a la vez parece del todo convencido de que no puede haber ni demonio ni infierno! Su posición es contradictoria, según se ve, pero antes de eso, es absolutamente ajena a la Biblia, que ciertamente enseña tanto la existencia del demonio como la prohibición del espiritismo.
En síntesis, estamos ante un hombre que puede tener algunas buenas intenciones, con sus talleres de amor y de perdón, pero que ha naufragado en la coherencia de discurso y se ha alejado dramáticamente de lo que un día parecía ser su fe.