345. Delante de Dios y de Jesucristo, que ha de juzgar a vivos y muertos, te conjuro por su manifestación como rey: proclama la palabra, insiste a tiempo y destiempo, arguye, reprende, exhorta con toda paciencia y pedagogía. (2 Tm 4,1-2)
346. No aprecio en nada la vida, con tal de completar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús: anunciar la buena noticia de la gracia de Dios. (Hch 20,24)
347. ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies de heraldo que anuncia la paz, que trae la buena nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: Ya reina tu Dios! (Is 52,7)
348. Yo no me avergüenzo de la nueva noticia, que es una fuerza divina de salvación para todo el que cree -primero el judío, después el griego -. (Rm 1,16)