Todavía puedes empezar a orar. Todavía puedes romperle el lomo a tu egoísmo. Todavía puedes decidirte a hacer una buena confesión–la mejor de tu vida. Todavía puedes hacer un ayuno sincero, y también compartir con los pobres lo que ahorres de tu ayuno y de otros gastos superfluos. Todavía hay lágrimas en tus ojos: gástalas pidiendo perdón por tus pecados y los del mundo entero. Todavía puedes cambiar tus planes de Semana Santa, para que sea de verdad “santa.”
Todavía tienes tiempo. No lo desperdicies. Tampoco digas que nadie te dijo. Tienes cuaresma. No la pierdas. Esta vez, por favor: NO LA PIERDAS.
SI!!!