Hace poco el parlamento argentino aprobó el llamado “matrimonio” gay. Compitiendo en el tiempo, el Tribunal Supremo de España se negó a suspender cautelarmente una ley que permite a las mujeres embarazadas abortar en las primeras catorce semanas de embarazo sin que importe la opinión de nadie más, es decir, excluyendo incluso al padre de la creatura.
Se trata de dos heridas, dos más, al tejido de la familia. Entre tanto, los medios de comunicación no economizan espacio para divulgar todo lo que vaya contra la Iglesia, así se trate sólo de sospechas, así como tampoco economizan espacio para contarnos con gran despliegue fotográfico todo lo que sea “orgullo gay.”
Es apenas natural que muchos católicos se sientan no sólo heridos o discriminados, sino también perplejos o iracundos. Por la misma lógica, es natural también que la gente que toma en serio su fe católica busque soluciones que sean prontas, drásticas, profundas y globales. Llega un punto en que uno siente asco de ver cómo la calumnia se enseñorea y la sensatez huye.
Ahora bien, todos los que quieren soluciones prontas, drásticas, profundas y globales quieren aliados fuertes en el poder civil. Es lo que uno ve en varios medios católicos españoles como Religión en Libertad, o Infocatólica. Yo me puedo imaginar la orfandad en que se sienten miles o tal vez millones de católicos que ven con estupefacción que entre los partidos tradicionales (el PSOE y el PP) no hay nadie que de veras pueda servir de algo. Y mientras tanto los partidos políticos nuevos son anécdotas en las estadísticas de la democracia.
Por eso la rabia se acumula; rabia que se vuelve crítica mordaz, amargura contenida, esperanza incierta, ironía punzante, ataque anónimo, nostalgia paralizante. Muchos de mis amigos, blogueros católicos españoles, los veo retratados en esa lista. Argentina va por el mismo camino. Supongo que otros países del mundo hispanohablante nos aproximamos, quien más, quién menos, al mismo estilo. Pero es un estilo infructuoso, fatigado, que sólo llega a un punto muerto: servir de notario de las derrotas de la Iglesia.
Cuando veo a los católicos dedicados sólo a contar los fracasos de la Iglesia, digo: aunque todo fuera cierto–y no lo es–ese no puede ser el fruto del Evangelio. Se supone que un cristiano es alguien que ha encontrado algo maravilloso que quiere compartir. Si lo único que sale de su boca es la ira porque el mundo no marcha como debiera, o el dolor porque la Iglesia misma falla y es incoherente, yo casi le preguntaría: “¿Qué esperabas?” Al fin y al cabo, ¿cuál fue el mundo que conoció Cristo, cuál fue la sociedad a la que quiso evangelizar san Pablo? Lo normal es encontrar dolor, pecado, incoherencia. Y lo normal en un verdadero cristiano es permanecer sereno, esperanzado, perseverante, en medio de la persecución, las calumnias, el desierto exterior e interior.
El camino no es cambiar primero las leyes de un país, sino el país. Lo primero no es esperar que los parlamentarios defiendan el evangelio, sino evangelizar a los parlamentarios. Lo primero no es criticar el matrimonio gay sino producir tal número de matrimonios felices que las estadísticas estén de nuestro lado. Lo primero no es hacerse con el poder sino darle pleno poder a Cristo en la vida y el entorno de uno.
Es cierto padre muy buen articulo, me va ayudar a mi a actuar de otra manera para defender la Iglesia en estos casos.
Fray Nelson: es muy triste el panorama inmoral en el mundo; inmoral e irresponsable propagado principalmente por los perversos medios de comunicación. Aquí en mi país (México) en el llamado Distrito Federal ya se “legalizaron” esos incongruentes “matriminios” gay. Y quieren propagarlo a todo el país… A donde vamos a parar. Decía que los principales promotores son los medios de Comunicación, más sin embargo, las cámaras de diputados federal y estatal, pareciera que solo piensan en como reunir votos y ser “simpaticos” ante el electorado, pues iniciativas de ley que ofenden la Ley de Dios son las que promueven sin importar el daño que hacen a la sociedad. ORACIÓN es lo que falta. Oración constante y fervorosa para implorar a Dios ante estas calamidades; claro sin dejar atrás el tema del aborto. Repito falta mucha, muchísima oración.
PADRE TIENE TODA LA RAZON EL AMOR Y LA ORACION TODO LO PUEDEN.
DIOS LE BENDIGA PADRE
“Lo primero es cambiar uno por dentro para poder aportar buenos cambios en el entorno.”
Y siguiendo a Cristo “Seguro que podemos”
pero padre uno por su propias fuerzas no puee cambiar solo dios es el que puede producir esa transformacion
Ser cristiano es vivir con indestructible esperanza todos estos momentos bien enunciados por Fray… Una Misión concreta, hacer que las estadísticas estén de nuestro lado, lo lograremos produciendo mayor alegría y coherencia al vivir nuestra vocación, tal vez ya no sea suficiente en el panorama actual conocer, saber y argumentar la ortodoxia xtiana para contrarrestar tanto relativismo en el mundo, sino que se trate de seguir a Jesús por el camino de la ortopraxis xtiana, allí nada nos podrán refutar,, sí efectivamente nos realizamos plenamente en nuestra opción por la familia y por el servicio al Señor en la Iglesia viviremos aquello de ser Fermento en la masa y seduciremos este mundo a la manera auténtica de Jesús.
Hermosas palabras Miguel Salvador, me gustan mucho.
Fray Nelson:
Comentario muy interesante. A mi me gustan los portales que menciona, pero es cierto que muchas veces se resala solo lo negativo, y que debiéramos pasar a proponer lo mismo, pero en positivo. Quizás sea cuestión de personalidades o de equilibrio, por lo que lamento que no esté allí para aportar ese equilibrio. Es cierto que primero hay que cambiar la sociedad a cada persona individual para que puedan cambiar los políticos, pero entenderá que por ej. en Argentina no tenemos ni una solo opción política a favor de la familia para votar como estan las cosas hoy en día. En ese contexto parece casi inevitable clarmar por políticos católicos ¿pero de dónde saldrán si la sociedad se descritianiza? Lamento que hayan quedado sin respuestas sus preguntas en el blog de Fernando Rey. Pese a la buena intención del mismo -y realmente muchas de las cosas que escribe me parecen muy buenas- no puedo estar de acuerdo con él que cae en el otro extremo de la ridiculización a muy buenas o por lo menos bien intencionadas iniciativas cristianas.