Homilia para la Solemnidad del Nacimiento de San Juan Bautista, con una invitacion de Jesus a vivir en la alegria
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Se me complico un poco al principio esta comprension del vivir en la alegria contemplando tambien la tristeza…pero despues me dije de que es como el querer comprender la elaboracion y degustacion de esos exquisitos platos en donde lo salado y lo dulce se conjugan en un mismo plato..y por supuesto que lo que mas rescata de todo el comensal “es disfrutarlo”..
Yo le ensenio a mis hijas que las almas se salvan uniendose a la Cruz..cuando hacen algun sacrificio como si le llevaran con El, cuando no la niegan reconociendola delante de los demas, cuando al fallecer se aferran a ella para que sus pecados mueran con la muerte que queda en la tierra y asi puedan estar sus almas libres y limpias..
Y bien sabemos que dadas sus edades hay cosas que les cuestan…por ende bien diriamos que “el habito bien hace al monje..”..(aunque en este caso diriamos a las futuras monjas?…………..un poco mas y lo consigo……….)
Tema: El Espíritu de Cristo nos da alegría
Fecha: 2010/06/26
Duración: 12 min. 43 seg.
Esta solemnidad de San Juan Bautista, de su nacimiento, se encuentra seis meses antes de Navidad. Y la razón de esta fecha, entonces, depende de la Navidad. Es que en el Evangelio de Lucas se cuenta que vino el anuncio del Ángel a Zacarías, esto es lo que hemos oído, y luego dice el Evangelista: “Seis meses después, el Ángel fue enviado donde una virgen que se llamaba María”. Entonces, eso demuestra que hay seis meses de diferencia entre la concepción y por lo tanto seis meses de diferencia entre el nacimiento de Juan y el nacimiento de Cristo.
Como la Iglesia empezó a celebrar el nacimiento de Cristo en el solsticio de invierno, entonces lo normal es que se celebrara el nacimiento de Juan en el solsticio de verano, hablando del hemisferio norte.
¿Qué es el solsticio? Pues como la tierra gira sobre sí misma, pero está un poco inclinada con respecto al plano que forma alrededor del sol, pues ahí surgen las estaciones en los países que están más al norte y más al sur. De eso saben más nuestros hermanos chilenos que nosotros.
Entonces quiere decir que los días van cambiando de duración, es algo que uno no aprecia en Colombia pero también sucede aquí. El día más largo del año es el solsticio de verano, es el día en que el hemisferio norte queda como totalmente mirando hacia el sol, y ese día en Colombia es algo así como treinta o treinta y cinco minutos más largo que el día más corto, el día más corto es cuando el hemisferio norte queda opuesto al sol, y entonces la diferencia es muy pequeña en Colombia.
Pero si uno se va a otros países la diferencia puede ser muy notable. Yo recuerdo que fue lo primero que me impactó, y me impactó negativamente en el tiempo que tuve ocasión de estar en Irlanda. Irlanda por supuesto esta bastante arriba y allá si se nota mucho, entonces cuando llega el solsticio de invierno, el sol se está ocultando a las cuatro y media de la tarde. En cambio cuando llega el solsticio de verano, la claridad del sol llega hasta más arriba de las once de la noche, el contraste es muy grande.
Bueno, todo esto es para decir que los cristianos, empezaron a celebrar el nacimiento de Cristo en el solsticio de invierno. Hay muchas razones para eso, y se sigue discutiendo, pero una teoría que se muy razonable es que fue el reemplazo de una fiesta que tenían los romanos, la fiesta del sol invicto, del sol victorioso. El sol victorioso es Jesucristo.
Resulta que cuando uno pasa el solsticio de invierno, de ahí en adelante los días se hacen cada vez más largos, entonces la sensación que se tiene es de victoria. La sensación que se tiene es que después que llega el solsticio de invierno hay más y más luz. Entonces esa era una fiesta que tenían los romanos y los cristianos la adoptaron, pero refiriéndola al verdadero sol, al Sol que nace de lo Alto, Jesucristo.
Como la fiesta del nacimiento de Cristo quedó ahí, entonces por eso, quedó esta fiesta donde quedó, la fiesta del nacimiento del Juan Bautista. Además viene muy bien, porque resulta que esta fiesta queda entonces en el día más largo del año, todo esto refiriéndonos al hemisferio norte. Y Juan el Bautista dijo en alguna ocasión, que era conveniente que Cristo creciera y que el disminuyera. Entonces quiere decir que a partir del solsticio de verano, los días se van volviendo cada vez más cortos, como recordando la humildad de Juan Bautista, que cada vez disminuye para que Cristo aumente. Es una simbología muy hermosa.
Debido al cambio que tiene el eje de rotación de la tierra, pues las fechas ya no coinciden completamente, entonces el solsticio de invierno de invierno cae realmente el 21 de diciembre y el solsticio de verano, lo acabamos de tener el 21 de junio, entonces ya no coincide completamente pero por eso seguimos celebrando el 24 de junio a Juan el Bautista.
¿Y que podemos aprender nosotros religiosos de Juan el Bautista? Tres cosas podemos aprender entre muchas. Primero, Juan el Bautista es el hombre que tiene toda su alegría puesta en Cristo. Yo digo que ese es un religioso perfecto: el que tiene toda su alegría y solo su alegría en Jesús. Esa es la perfección de la vida religiosa.
El derecho canónico nos dice que la vida religiosa surge de un amor supremo, de un amor sumo a Dios, y eso significa el amor más alto, y eso fue Juan Bautista. Juan Bautista solo tuvo alegría cuando encontró a Cristo y solo tuvo alegría en entregarle sus discípulos a Cristo.
Fíjense que Juan lo único que tuvo fueron discípulos, el no tuvo esposa, no tuvo hogar, no tuvo casa, no tuvo ningún negocio, no escribió nada. Lo único que tuvo Juan fueron discípulos y por Cristo perdió a sus propios discípulos. Parece que cuando algunos estaban dudosos de si dejarlo o no, los envió allá donde Cristo para que preguntaran si ese era el Mesías, y estos ya se quedaron con Jesús.
Entonces Juan es la imagen de aquel que esta profundamente enamorado de Jesús. De aquel que lo pierde todo por Jesús. De aquel que tiene toda su alegría en que Jesús se luzca, en que Jesús crezca, en que Jesús llene todo, y este es el tipo de amor que hace perfecta la vida religiosa.
Fíjate que los tres votos los podemos relacionar inmediatamente con es actitud de Juan Bautista. La pobreza por supuesto: no tengo nada porque todo lo he entregado al Señor. La castidad: porque mi pensamiento, mi amor y mi alegría están en El. Mi obediencia: porque mi voluntad no consiste sino en aumentar su gloria.
Es muy fácil, entre comillas, vivir los votos religiosos si uno mira de veras un ejemplo como este de Juan el Bautista.
En segundo lugar, Juan el Bautista es el precursor, el que iba abriendo el camino, el que iba preparando a la gente para Jesús. Y a mí me parece que eso es muy bueno recordarlo nosotros como religiosos, quizás se aplica, incluso más, al caso del sacerdote, porque nosotros somos simplemente precursores, nosotros no podemos reemplazar a Cristo, nosotros abrimos algo el camino.
Una buena predicación no es la solución de la vida de la gente, pero una buena predicación si que ayuda a que se abra el corazón, para que llegue el Señor, para que haga su obra, para que sane a las personas, para que las consuele, para que las levante.
Entonces uno puede mirarse perfectamente como religioso, como sacerdote, como dominico, uno puede mirarse perfectamente como precursor, y nosotros somos siempre precursores porque el esperado, el que tenía que venir, no es ninguno de nosotros. El que tenía que venir es únicamente el Mesías, Jesús.
Entonces todo nuestro apostolado tiene esa dirección. Si usted está, por ejemplo, en una pascua juvenil, toda la pascua juvenil es para que los muchachos en algún momento sientan total admiración, sientan fascinación, sientan la exuberancia de Cristo y queden fascinados con El. Que eso se hace con danzas, con juegos, con cantos, con aplausos, o se hace con incienso, con reclinatorios, con latín… ¡No importa tanto lo que se utilice!
Ya habrá que buscar cual es el método mejor. A algunas personas el latín las impresiona mucho, y el incienso, y las capillas recogidas en penumbra, hay gente que es feliz con eso. Otros son felices manoteando, en todos los encuentros carismáticos donde vas a ir ¡Aleluya, Aleluya!… Y la gente manotea, pero nosotros no tenemos que darle mucha importancia a si es capilla en penumbra o si es aplauso en coliseo, lo que interesa finalmente, es que al final, la gente quede fascinada con Jesús, se entregue de corazón y con perseverancia a Jesús, que pertenezcan a Él, todo lo demás es preparatorio. Todo lo demás es únicamente preparativo para Jesús.
Entonces, un buen religioso, un buen sacerdote, no se casa demasiado con nada. El ideal es que uno sepa varios idiomas, sepa latín y sepa griego, y pueda manejar el lenguaje de los catecúmenos, porque eso por allá andan por todas partes, y se meten a todas partes. Entonces hay que manejar el lenguaje de los catecúmenos, el lenguaje del Opus Dei, el lenguaje de los carismáticos. Uno tiene que manejar cuanto lenguaje hay, pero uno no se casa con nadie, porque uno ya está casado con Jesucristo.
Entonces uno no se casa con nadie, uno utiliza lo que puede utilizar, como lo pueda utilizar, pero con una meta, con una obsesión, que es que un día llegue la hora de Jesucristo para la gente.
En tercer lugar, Juan Bautista fue elegido desde el vientre de su mamá, y me parece que esto motiva un agradecimiento absoluto en el corazón del Bautista. Saberse uno elegido es algo maravilloso, porque Jesus dice: ¡Eso no es que ustedes me eligieron, yo los elegí a ustedes!
Ya Dios se fijaba en mí, me amaba, tenía planes de misericordia y de salvación para mí, y eso es maravilloso. Entonces, eso para el caso de Juan, pero luego cada uno lo tiene que relacionar consigo mismo. Pero en el caso de Juan es un agradecimiento aún mayor, porque es pensar, desde antes de que yo pudiera darme cuenta… ¡Ya Dios se fijaba en mí, me amaba, tenía planes de misericordia y de salvación para mi, y a través de mí! Y eso es maravilloso.
Entonces, eso para el caso de Juan, pero luego cada uno lo tiene que relacionar consigo mismo. Cuando a uno le preguntan ¿Cuándo empezó su vocación? Uno normalmente dice mentiras o mejor dicho, uno no dice mentiras, sino que uno dice lo que puede decir: “No, pues yo me acuerdo cuando estaba allá en Garagoa y entonces de allá de Garagoa me trajeron… ¿Para donde fue que me trajeron? Para Bogotá me trajeron y allá conocí… ”. Y allá uno dice que nació la vocación, pero eso es lo que uno se acuerda.
Pero la vocación de uno seguramente empezó mucho antes. ¿Desde cuándo está mirando el Señor con su misericordia, con su amor? Seguramente desde antes, desde toda la vida. Entonces eso es mucho tiempo y si uno tiene una edad avanzada, como aquí mi amigo (Narciso), ¡Pues más tiempo todavía! ¡Es un tiempo muy prolongado!
Entonces todo eso es un tiempo. ¿Y es para qué? Para que nosotros vivamos en la gratitud: Dios me amó desde siempre, desde mucho antes de que yo me diera cuenta. Uno cuenta la historia desde que uno percibió el amor de Dios, pero el amor de Dios existió desde mucho antes.
Entonces yo los invito, hermanos, a esos tres ejemplos, a esos tres puntos de reflexión que nos da Juan el Bautista:
• Tener nuestra alegría en Jesucristo
• Saber que solo somos precursores de Él, y que todo lo demás es relativo a que este Señor Jesús sea conocido y sea amado, y que la gente se entregue a El de todo corazón, sin absolutizar métodos, los métodos no pueden convertírsenos en ídolos.
• Y en tercer lugar, a que vivamos en la gratitud, porque el que vive en la gratitud, vive en la gracia. El que vive agradecido, más fácilmente vive predicando y manifestando la gracia, que es algo tan supremamente nuestro en la Orden de Predicadores.
Fin de la grabación.