11. Sin Jesús es imposible para nosotros la Cruz, ni siquiera una astillita, ni siquiera una gotita de su Cáliz, somos capaces de cargar o beber. En la medida que el Espíritu Santo hace conciencia en nosotros de la magnitud del sacrificio divino, más y más crece la magnitud de la Cruz. Jesús se sometió al dolor y a la muerte no solamente para salvar al hombre, sino lo hizo por toda la Creación. Libertó a los seres angélicos1, a los hombres y al cosmos. Y lo hizo en los planos físico, moral y espiritual. Jesús en el hombre, en su humanidad, liberó a todas las criaturas.
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