197. Un Cuadrado de Luz

197.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

197.2. El arte musulmán es uno de los bienes culturales de la Humanidad. Cultivaron los seguidores de Mahoma la radical ausencia de toda imagen, y por ello, para decorar sus edificios sagrados, se valieron ante todo de las formas puras de la geometría. Preciosos mosaicos y admirables teselaciones van recubriendo de luces y colores la arquitectura propia de este modo de arte.

197.3. Quiero que atiendas a la forma más simple de ese paraíso geométrico tan propio del Islam. Te hablo del humilde cuadrado.

197.4. Cuadradas suelen ser las baldosinas ordinarias, y con una repetición de ellas puedes cubrir cualquier superficie plana, por grande que sea. Si se trata de superficies curvas, siempre es posible pensar en cuadrados más pequeños, de modo que aproximen con la precisión deseada la forma que te ocupe. Al darle un límite a la superficie, precisamente circunscribiéndola a un cuadrado, tienes como un resumen y una llave de comprensión de toda superficie. Puedes decir incluso que “entender” al cuadrado, en principio te dice algo sobre cualquier superficie, no importa su tamaño o distancia.

197.5. Y puedes también abordar este pensamiento de otro modo: la superficie más grande está hecha de superficies pequeñas, del mismo modo que el más grande de los océanos a nada debe su grandeza, sino a sus millones de goticas.

197.6. Imagina un inmenso embaldosinado que recubriera, por ejemplo, la Tierra. En esa imagen cada baldosín tiene frontera sólo con otros cuatro. Su “mundo” es pequeño, pero la suma de todos esos pequeños mundos puede ser del tamaño mismo de este mundo, que te parece inmenso. Algo así es lo que sucede en la sociedad humana. Cada cuadradito debe saber proteger con amor y embellecer con generosidad a sus cuatro cuadraditos, que a su vez deben cuidar, amar y embellecer a sus otros cuatro, en un movimiento expansivo que es capaz de cubrir superficies tan grandes como el mundo entero. Puedes decir que ésta es una imagen matemática de lo que significa “amarás a tu prójimo como a ti mismo.”

197.7. Vuelve ahora a mirar al mundo recubierto por ese gigantesco e imponente embaldosinado. Imagínate que uno de los cuadraditos se rebela y decide por su cuenta y riesgo que ya no quiere estar como está, sino que va a ponerse en diagonal. Obstinado en su terquedad, empieza a herir con sus vértices a sus cuatro vecinos, entrándose a deshoras en los terrenos que pertenecen a ellos. Éstos se quejan e intentan oponerle resistencia, pero el cuadradito porfiado sigue luchando contra ellos e hiriendo sus segmentos de recta con sus vértices puntudos. ¿Qué pasará en este caso?

197.8. Hay varios desenlaces posibles. Es posible que finalmente el cuadradito tozudo entre en razón. Es posible que los otros persistan en su dureza, de modo que, si el otro quiere rotar, le toque volverse más pequeño, limando sus vértices y aristas contra los duros segmentos de los vecinos, dejando entonces algunos vacíos en el conjunto. Es posible, en tercer lugar, que sean estos vecinos los que cedan y entreguen una parte de lo suyo al molestoso. O es posible, finalmente, que también estos, para evitarse problemas, empiecen a rotarse en diagonal, o achicarse y agrandarse, creando entonces malestar en otros vecinos, y así sucesivamente. No es difícil para ti deducir de esta parábola cuáles son los principales tipos de conflictos que se dan entre los seres humanos, ni qué caminos suelen seguir en estos conflictos.

197.9. Cada cuadrado tiene un color. Tú tienes un color en tu espíritu, que es semejante pero distinto al de tus vecinos. Tus vecinos y tú, unidos a todos los vecinos de todo el mundo y de todos los tiempos, constituyen un inmenso mosaico en el que está descrito, con caracteres de siglos y acentos de estrellas, el amor de Dios, como Él quiso mostrarlo en la Historia de los hombres.

197.10. El mosaico está en construcción. Hay horribles rebeldías, algunas de ellas con muchísimos seguidores. Hay sectores limpios y sanos, y otros que producen infinita compasión y gran tristeza.

197.11. Y hay un cuadradito de luz, que se llama Jesús. De él brota un temblor de amor que se llama gracia, y que a todos convoca y mueve, para que adquieran su tamaño digno, su lugar precioso y su mejor color. Hazle caso. Para ti será el Reino de los Cielos.