Curso: Invitacion a la Cristologia (13 de 20)

Invitación a la Cristología: Curso dado por Fray Nelson Medina a los frailes estudiantes de teología del Studium Generale de los Dominicos de Colombia en el segundo semestre de 2009. Sesión 13 de 20: Cristologías de los albores de la Iglesia y sus criterios en la búsqueda de la verdad de Cristo.

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Temas de la Sesión 13: Asociaciones que son naturales para nosotros no lo eran para los cristianos de otras épocas, y en particular, los del periodo apostólico (dos primeros siglos).

Dos asociaciones que tendemos a hacer espontáneamente nosotros son:

  • Jesús = Cristo = Sabiduría de Dios
  • Espíritu Santo = Paráclito = Amor de Dios

Estas asociaciones provienen del Evangelio según San Juan, el cual no estaba a disposición de las comunidades del siglo I. En tre éstas hay que mencionar los ebionitas (del hebrero ebion = pobre), que entrecruzan esas dos líneas: el Espíritu es ante todo la sabiduría de Dios; es el que habló por los profetas pero que sólo pudo reposar en la vida y carne santa de Jesús de Nazareth.

El Pastor, es obra de un cristiano al que conocemos por su nombre, Hermas, hermano de sangre del Papa Pío I (Obispo de Roma en la primera mitad del siglo II). La “Parábola V” de El Pastor presenta una cristología de expresión cercana al adopcionismo. El dueño de una viña la deja al cuidado de un esclavo fiel que, al final del tiempo acordado, resulta que ha hecho más de lo pedido. El dueño decide adoptar al esclavo como heredero de su hijo. La clave interpretativa es que el señor es Dios Creador; la herencia es la tierra; la viña es el pueblo de Dios; el hijo es el Espíritu Santo; el esclavo es el Hijo de Dios, que aquí alude a un título, algo así como “uno que vive como Dios en esta tierra.” Es uno que restaura el plan original de Dios con Adán. Hijo de Dios significa “verdadero Adán.” El éxito del trabajo del esclavo hace que él pueda ser exaltado.

¿Qué separa a El Pastor del adopcionismo? Al hablar del Espíritu Santo como “hijo” se hace referencia directa a su relación con el “señor” de la viña, esto es, con Dios Creador. En terminología posterior: el Espíritu participa de la naturaleza del Padre. Al hablar en cambio de que el esclavo recibe el título de Hijo de Dios, no se habla de un cambio en la naturaleza y por eso no se habla propiamente de una “adopción.” Se usa dos veces la palabra “hijo” pero de modos diferentes. En efecto, según el texto, lo que es elegido por el Espíritu no es “el esclavo” sino “la carne” (del esclavo), o como se diría siglos después, su “naturaleza humana.” En el modelo adopcionista toda habitación de Dios en la carne es respuesta a los méritos de esa carne; en El Pastor, en cambio, tal elección del Espíritu precede a los méritos.

De este modo, El Pastor de Hermas documenta, en cierta forma, el tránsito de una terminología exclusivamente bíblica, que se revela insuficiente en la densidad de sus metáforas, a una terminología que exige la precisión del concepto, y luego aprovecha esa precisión para enunciar, exponer y defender la fe. Tal será la tarea de los Concilios posteriores.

El criterio cristológico más importante de esta época, e incluso de todo tiempo es: la verdad del sufrimiento es la verdad del amor que es la verdad de la salvación. La soteriología valida o desaprueba a la cristología. En contra de quienes piensan que el cristianismo “se dañó” con la entrada del rigor filosófico, tal rigor se hace necesario para defender, ante todo, la verdad de la salvación. La filosofía quiere exponer el lenguaje metafórico sin metáfora.

San Justino, laico y filósofo, aplica de modo sistemático la categoría “lógos” a Cristo, siguiendo a San Juan, lo cual implica un cambio de rumbo y da fuerza a la Cristología de la preexistencia. Él ve en Cristo la verdadera “sophía,” la verdadera sabiduría, y se declara discípulo de Cristo. La posibilidad de hacer un estudio sistemático sobre Cristo y de una visión cristiana del mundo y la historia queda abierta así con Justino. Ante el ataque sistemático de los gnósticos, el camino abierto por Justino será seguido por otros, en particular San Ireneo. Además, al hablar de Cristo-Lógos puede relacionarse con otros sistemas y culturas con el modelo de las “semillas del Verbo.”

San Ignacio de Antioquía, años atrás, había hecho una presentación muy rotunda de la divinidad de Cristo (a quien nombre como “Dios venido en la carne”), y utiliza la communicatio idiomatum (lenguaje humano sobre Dios, lenguaje divino sobre el hombre). Es el primer teólogo de la Encarnación, y ve en la carne el criterio de la verdad del sufrimiento salvador de Cristo: “Si el sufrimiento de Cristo fue apariencia entonces y estoy encadenado en apariencia” (Carta a los Esmirniotas). Si la carne de Cristo es hermana de mi carne, su sufrimiento es hermano del mío: esto tuvo un valor inmenso en una sociedad con un 90% de esclavos. El Imperio Romano, como tantas sociedades antiguas, se edificó sobre el sufrimiento. Otro tema suyo es que la unidad de la Iglesia brota de la unidad de Cristo con el Padre.