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Sin una verdad trascendente queda abierto el camino al totalitarismo

El totalitarismo nace de la negación de la verdad en sentido objetivo. Si no existe una verdad trascendente, con cuya obediencia el hombre conquista su plena identidad, tampoco existe ningún principio seguro que garantice relaciones justas entre los hombres: los intereses de clase, grupo o nación, los contraponen inevitablemente unos a otros. Si no se reconoce la verdad trascendente, triunfa la fuerza del poder, y cada uno tiende a utilizar hasta el extremo los medios de que dispone para imponer su propio interés o la propia opinión, sin respetar los derechos de los demás. Entonces el hombre es respetado solamente en la medida en que es posible instrumentalizarlo para que se afirme en su egoísmo.

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140. Perfección Espiritual

140.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

140.2. ¡Con cuánta reverencia pronuncian los bienaventurados habitantes de los cielos el Nombre Santo de Dios y con cuánto desprecio el mundo lo ignora o maltrata!

140.3. Dime, ¿por qué la gente exige tanto en su comida y en su vestido, hasta ser intolerantes con cualquier defecto que encuentran, mientras que a Dios sólo le arrojan las sobras de su tiempo y de sus fuerzas? A ti por ejemplo, te veo llegar a la oración con el cansancio y la mente embotada. Veo que te pasa a menudo que, cuando ya no pueden darte más los hombres entonces te vuelves a tu Dios. Cuando ya ninguna idea te atrae, piensas en tu Hacedor. Él va de segundo o de tercero, o va en el lugar que pueda, como uno más dentro de una serie.

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Ejercicios sobre el perdon, 52

RESPIRAR A DIOS: Este ejercicio te ayuda a colocarte en una temperatura interior de presencia de Dios, de bondad para poder con la ayuda de tu Señor otorgar el perdón que necesitas dar.

Percibe el aire que pasa por tu nariz al aspirar. Siente el aire y su calidad: ¿aire caliente?¿aire fresco?… Percibe las áreas donde se siente. Aspira lentamente el aire por la nariz para poder sentirlo… Siente si entra más aire por una fosa nasal que por la otra… Siente cómo se llenan los pulmones al aspirar y cómo se relaja el pecho al expirar… Concentra ahora tu atención en ti mismo al observar tu propia respiración. Verifica que el yo es diferente de la respiración que estás observando. Puedes decirte: “no soy la respiración”… Enfoca de nuevo tu respiración. No intentes controlarla o profundizarla, sencillamente toma conciencia de ella… Toma conciencia de los movimientos que se producen en tu cuerpo, en los pulmones, en el diafragma. Toma conciencia de la inspiración.., de la expiración. Di internamente: “ahora estoy absorbiendo el aire… ahora estoy soltando el aire”. Sin reflexiones. Únicamente ser consciente de ello.

Observa el diafragma que se llena y se vacía… Aspira y expira varias veces suavemente. Percibe el aire que pasa por tu nariz y se expulsa por tu boca. Aire caliente, aire frío… Concentra ahora tu atención en ti mismo, en el yo que está respirando… El aire está cargado de la presencia de Dios. Aspira como aspiras el aire… expresa deseo, hambre y sed de Dios… Desea que él te penetre y purifique, como el aire que penetra en tus pulmones y purifica tu sangre. Como el aire oxigena tu sangre, la presencia de Dios te reconforta, te reaviva… Aspira profundamente queriendo que Dios purifique tu vida y la llene de bondad… Al expulsar el aire, expresa arrepentimiento por tus pecados y omisiones. Experimenta también el deseo de entregarte al Señor. Pon énfasis en esa entrega al expulsar el aire de tus pulmones… Repite conscientemente aspiraciones y expiraciones dándoles el sentido de entrega, de amor, de intimidad, de alabanza, de acción de gracias, de purificación, de perdón. Te recomendamos este estilo de oración acompasada, acompañando la respiración. Nuestros deseos de Dios son actos de amor. Abre los ojos y continúa presente al Señor.

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