EL AMOR SANA (Mc 1,40-42)
No digo que iniciemos, sino que continuemos, pues toda nuestra reflexión sobre el perdón nos ha llevado siempre hasta el amor, como la gran columna vertebral del perdón. En efecto la falta de perdón habla de una incapacidad de amar a quien no queremos perdonar. Les invito a que ofrezcamos a Jesús que sea dueño de nuestro interior y que haga un trasplante, o lo que El crea mejor, de nuestro corazón de piedra y lo cambie por un corazón de carne, que ame a todos los hermanos. Invitémosle a que visite todos los lugares de nuestra vida en donde hemos sido heridos. En efecto, a la base toda herida afectiva hay un problema de perdón. Y si este perdón no se da, es imposible encontrar la paz consigo mismo, con el prójimo y con Dios.