Gustavo Gutiérrez, O.P., a los ochenta

La web de las Comunidades Eclesiales de Base ha publicado una interesante entrevista con Gustavo Gutiérrez, O.P. Estos apartes de las palabras de Gutiérrez creo que muestran el tono de sus respuestas, y a la vez invitan a nuestros comentaristas a hacer lo propio.

Yo me pasé prácticamente todos mis estudios de teología sumamente preocupado en la cuestión del método. De ahí la frase: ‘nuestra metodología es nuestra espiritualidad’.

Voillaume hablaba de que había que ser pobre. Sí, muy bien, ¿pero para qué? ¿Qué sentido tiene? No es únicamente para santificarme yo. Había que plantearse lo que significa para el otro.

La teología se hace para anunciar el evangelio, al servicio de la Iglesia, de la comunidad. Tantas facultades piensan en la teología como una metafísica religiosa, no como anuncio histórico de liberación.

Otra cosa que estaba de moda era la ‘teología de la revolución’, de la cual también tomé distancia. El peligro de la misma era que pretendía cristianizar un hecho político.

Nunca me gustó que se usara lo cristiano como adjetivo. Lo cristiano es un sustantivo. Siempre dije: ‘soy cristiano por Cristo, no por el socialismo’.

La oposición más fuerte que hemos tenido no ha sido dentro de la Iglesia, sino en algunos componentes de la sociedad civil, en los poderes fácticos, económicos, militares, políticos.

La teología de la liberación no era ni es un club en el que uno se inscribe, ni un partido. Se cantaban miembros y luego decían lo que querían y no siempre correspondía con lo que uno pensaba. Son cosas inevitables.

En mi caso nunca hubo condena, ni siquiera hubo un proceso, sí hubo un llamado diálogo, preguntas que siempre estuve dispuesto a contestar.

Yo mismo le enviaba [a Ratzinger] mis libros. Siempre he creído que la distancia crea fantasmas.

Todo viene de que el mundo que más dice a mi vida no es el mundo intelectual. No es la defensa de mis ideas porque son mis ideas. Me interesa la vida de la Iglesia, el anuncio del Evangelio y la vida de las Conferencias Episcopales.

Cuando me hablan de que ya murió la teología de la liberación yo digo: ‘pues mira, a mí no me invitaron al entierro y creo que tenía algún derecho’.

Luego les digo: ‘pues fíjate, creo que [la teología de la liberación] un día sí va a morir’. Entiendo por morir el hecho de que no tenga la misma urgencia que antes. Eso me parece normal, fue un aporte a la Iglesia en un determinado momento.

No hay que hacer de una teología una nueva religión. Es la tendencia de la sociedad civil. […] No creen en el cristianismo, pero sí en la teología de la liberación. Pues lo siento, lo importante es el cristianismo, no la teología de la liberación.

La cosa más dura y polémica [en torno a la teología de la liberación] ha quedado atrás. Debe quedar para los historiadores. Y es muy bueno decir que ya pasó. Si algo ha muerto realmente es esta polémica. Yo creo que ya es tiempo de bajar el tono.

Estoy muy marcado por una cosa que leí a los quince años de Pascal: ‘el abuso de la verdad es peor que la mentira’. Uno puede tener la verdad y abusar de ella. La persona es siempre más importante.

La opción no se hace porque el pobre sea bueno, sino porque Dios es bueno.

Eso es la mística. Un caminar hacia el Señor. Seguir haciendo de Él, conforme avanza nuestra vida, nuestro único absoluto. Sin esta dimensión mística no hay verdadero compromiso con los pobres.

La teología misma debe ser siempre una carta de amor a Dios, a la Iglesia y al pueblo que servimos.

Fr. Nelson Medina, O.P.