Los eventos que llevaron al combate en que murió Raúl Reyes, secretario y vocero de las FARC, han causado tensiones entre tres países vecinos y hermanos de nuestra América del Sur. Causa dolor a muchos de nosotros, que tenemos amigos y parientes en Venezuela, Ecuador y Colombia, ver que las representaciones diplomáticas son retiradas, las fronteras se cierran y un lenguaje áspero va llenando de recelo–si no amargura–a los corazones.
Estos son los tiempos en que la sensatez se hace más necesaria; tiempos en que nuestra plegaria, si somos creyentes de verdad, tiene que redoblar su ardor. ¿De qué maneras concretas?
En cuanto a la sensatez, ofrezco estas pistas:
- Hablemos abiertamente del afecto que tenemos a nuestros países vecinos; no callemos que nos importa Venezuela, que Ecuador es nuestro hermano, que queremos los mejores términos con Colombia.
- Por la misma razón, no permitamos que en presencia nuestra alguien hable mal o despectivamente de las otras naciones, o de sus costumbres, o de sus dirigentes. De un modo caritativo hay que interrumpir esos comentarios e invitar a la cordura, y si la ocasión es propicia, a la oración.
- Hay peligro en algunas iniciativas recientes, como aquello de mantener izadas las banderas a manera de protesta continua. Una bandera no tiene por qué volverse un arma y existe el peligro de que los que están interesados en el negocio de la guerra se aprovechen de nacionalismos ingenuos.
- Caigamos en cuenta que todo cierre de fronteras significa carestía, especulación, comercio ilegal. Cerrar la frontera es abrir la puerta a la pobreza. Es posible que algunos de los que lean estas palabras tengan acceso a círculos de gobierno. Si logramos hacer tremendamente impopular todo cierre de fronteras, alejamos el fantasmo de un enfrentamiento armado.
- Hermanos, no temamos declararnos ignorantes de muchos de los aspectos de este problema, que es notablemente complejo. Considerarse uno un “experto” es la antesala de empezar a dogmatizar en asuntos de política o economía, y esto fácilmente conduce a la intolerancia y la agresividad.
En cuanto a la oración, nuestras intenciones han de ser, entre otras:
- Dice la Escritura: “Corriente de agua es el corazón del rey en la mano de Yahveh, que él dirige donde quiere. Al hombre le parecen rectos todos sus caminos, pero es Yahveh quien pesa los corazones” (Proverbios 21,1-2). Lo primero es pedir a Dios que manifieste su poder obrando en el corazón de los gobernantes.
- Dice la Escritura: “Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder” (Santiago 5,16). Vamos a creer en el poder de la oración, y vamos a estar seguros también de una cosa: los que necesitan conversión no son únicamente nuestros líderes, sino todos nosotros.
- Dice la Escritura: “Dios juzgará entre pueblos numerosos, y corregirá a naciones poderosas; forjarán ellas sus espadas en azadones, y sus lanzas en podaderas. No blandirá más la espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Miqueas 4,3). El ideal mesiánico es siempre la paz sobre la base de la justicia. Y la justicia, que empieza por la mente, el corazón y las palabras, hay que pedirla a Dios.
- Dice la Escritura: “Tu reino se te conservará hasta que hayas reconocido que todo poder viene del Cielo. Por eso, oh rey, acepta mi consejo: rompe tus pecados con obras de justicia y tus iniquidades con misericordia para con los pobres, para que tu ventura sea larga” (Daniel 4:23-24). Este tiempo, pues, ha de ser para recordar a los que sufren. En el servicio de los necesitados y en hacer justicia a los que han sido postergados: ahí encontraremos las batallas que sí hay que librar.
Hola, con todo el aprecio.
La sensatez se logra con esfuerzo permanente durante los debates y como lo esbozó, a veces hay variables con escasa o nula ponderación y cualquier comentario preliminar parece igualmente válido, admisible así sean mutuamente excluyentes. Eso es lo interesante en la búsqueda de consensos. Otro ingrediente fuerte es el papel protagónico o grado de afectación de los interlocutores.
El reto para unos y otros está en escoger lo más pronto posible una opción CONSENSUADA (p.e. el bombardeo al campamento guerrillero fué un acto no consensuado y por tanto INOPORTUNO pues no había combate y contrastaba con la reciente entrega de rehenes).
En conclusión, pienso en la ‘Seguridad Democrática’ y el ‘Proyecto Bolivariano’, excluyentes entre sí e igualmente valiosos dentro de su propios núcleos sociales y la facilidad de futuros roces entre ellos …. Los mejores deseos para ambos ..