Nos empeñamos en vivir y contar nuestras pequeñas y grandes historias porque nos hemos dado cuenta que en la contemplación de la Historia de la Salvación y toda la Biblia rezuma esta certeza: nada sucede por casualidad, todo es querido por Dios y tiene un sentido, un por qué y un para qué.
Dios nos habla también hoy en los acontecimientos grandes o pequeños que suceden en nuestro tiempo. Pero hemos de aprender a leer en lo contingente de la historia y de las circunstancias cotidianas el mensaje de Dios que encierran. Para ello es necesaria una fe viva y una capacidad de reflexionar: así podemos captar la voluntad de Dios en todo lo que sucede. Eso es lo que el Concilio Vaticano II llama “signos de los tiempos” (GS 4).
Nuevo éxodo
Leía el pasado 17 de Febrero las palabras del Cardenal Franc Rodé, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, en una entrevista concedida a la agencia ANSA, en las que lamentó que los miembros de congregaciones religiosas se secularicen, carezcan de obediencia y cada vez sean más reacios a vestirse como religiosos debido a la influencia de valores mundanos.
Al absorber los valores de la sociedad occidental, muchos religiosos se interesan cada vez menos en la oración y la vida comunitaria y se interesan más en la “libertad” individual.
Dice que la disminución en el número de vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa no es lo que más preocupa a la Iglesia, “Caminar a la deriva con valores burgueses y el relativismo moral son los dos grandes peligros que debilitan la vida religiosa. “El principal problema actual repite, es el clima de secularización presente no solo en la sociedad occidental sino dentro de la misma Iglesia y lamentó que en ciertas comunidades religiosas se observe “libertad sin límites, un débil sentido de familia, un espíritu mundano, baja visibilidad de vestimenta religiosa, devaluación de la oración, insuficiente vida comunitaria y un frágil sentido de la obediencia”.
Hoy muchos jóvenes se sienten atraídos hacia las comunidades contemplativas porque se trata de una opción radical de vida. Hoy es mucho más atractivo quien se compromete a una vida de fe ‘sine glossa’ (sin anotaciones).
Recordó que la vida religiosa juega un papel clave en la Iglesia, especialmente en el mundo de la educación y caridad.
Veo ahora que durante una audiencia concedida al Consejo para las relaciones entre la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica y las Uniones Internacionales de Superiores y Superioras Generales llevada a cabo ayer el Santo Padre Benedicto XVI pide que se renueve la Vida Consagrada en la Iglesia “recomenzando desde Cristo”.
En esta audiencia, se puso a la luz los elementos positivos y las dificultades, las expectativas y los desafíos que las familias religiosas encuentran en su testimonio evangélico.
El Papa señaló que lo que distingue a estas nuevas experiencias de Vida Consagrada es el deseo común, compartido con pronta adhesión, de pobreza evangélica practicada de modo radical, de amor fiel a la Iglesia, de generosa dedicación al prójimo necesitado, con especial atención por aquellas pobrezas espirituales que caracterizan de manera marcada la época contemporánea.
Recordó luego la existencia hoy “de una fuerte necesidad religiosa y espiritual” de los hombres de hoy; pero que están dispuestos a escuchar y seguir solo a quien testimonia con coherencia la adhesión personal a Cristo.
Y al respecto, anotó que precisamente “son ricos en vocaciones aquellos institutos que han conservado o han elegido un modo de vida frecuentemente muy austero y por tanto fiel al Evangelio vivido ‘sine glossa’; y señaló como ejemplo “al trabajo de muchos grupos y movimientos eclesiales de los que surgen no pocas vocaciones sacerdotales y religiosas”.
Advirtió también contra la tentación de dejarse llevar por el desaliento, porque el Espíritu Santo sopla poderosamente en todo lugar en la Iglesia suscitando un nuevo compromiso de fidelidad.
Pensemos, ahora, queridas hermanas que lo mismo que el pueblo de Israel experimentaba la seducción de los ídolos y del culto babilonios, también los religiosos experimentamos la seducción de otros ídolos y de otros cultos, que como en el caso de Babilonia tienen más apariencia y vistosidad que el “Dios escondido” (Is 45,15). La técnica, el poder, el tener,…parecen más eficaces que la fe en este Dios invisible.
Y ciertamente no serán los ídolos, que son incapaces de moverse a sí mismos, quienes muevan los hilos de la Historia hacia su meta verdadera y propia. Por esto también hoy nos es necesaria la lucidez de la fe para no dejarnos seducir y para reconocer que no son Dios, que ni salvan ni dan sentido a la vida, y que precisamente sólo el “Dios escondido” es capaz de salvar (Is 45,15).
Ante estos males actuales debemos recapacitar para comprender que la tarea fundamental que tenemos entre manos es la de la conversión. No se trata de realizar arreglos o reformas superficiales y periféricas, sino de volver radicalmente a Dios, de dejar a Dios ser Dios. El, que ha sido y será siempre fiel no solo no es culpable de estos males sino que simplemente espera este arrepentimiento sincero para renovar la Vida religiosa y por tanto la Iglesia en el mundo.
Según la definición de Santa Teresa “Humildad es andar en la verdad”. Basta hacer un sincero examen de conciencia para descubrir nuestras cegueras y que detrás de cada pecado está la soberbia que no permite a nadie ni a nada que se interpongan a los propios gustos y deseos. Por eso la clásica definición del pecado como “alejamiento de Dios y conversión a las criaturas” y en primera persona “alejamiento de Dios para quedarme solo con mi opinión, mi gusto o mi temor”.
¿A qué nos llama el Señor en esta Cuaresma 2008?
Esta Congregación Dios la ha creado para su gloria. De algún modo la gloria de Dios está condicionada a la suerte de su pueblo que rescató y redimió con su Sangre. Por tanto ¡es la gloria de Dios la que está en juego! Salvando a su pueblo y en este a la Congregación débil y pequeña, Dios demostrará ante todo su soberanía y su grandeza.
Tenemos, queridas hermanas, muchos más motivos para esperar una renovación sincera, Dios nos ha demostrado su amor dándonos a su propio Hijo como rescate (Jn 3,16; 1Jn 4,9-10); por tanto ¿Cómo no nos va a dar todo con Él? (Rm 8,31 ss.). No solo pertenecemos a Dios por ser creatura suya, sino además por haber sido redimidas, compradas de nuevo, por la sangre de Cristo (1 Cor 6,19-20; 1Pe 1,18-20). Y consagradas para ser santas e irreprochables por amor.
Y en cuanto a la gloria de Dios, ¿no deberíamos prestarle mucha más atención? La gloria se manifiesta y realiza dando a los hombres vida en plenitud (San Ireneo).
Cristo se glorifica a sí mismo produciendo y comunicando santidad a su Iglesia y a cada uno de sus miembros.
Cabe una gran pregunta para nosotras y hagámosla en singular: ¿Cómo estoy cuanto al deseo de que todos se salven? Y ¿Cómo colaboro para que se realicen estos deseos, que son los deseos de Dios (1Tim 2,4)? Pues de hecho Cristo ha dado su vida por todos y cada uno de los hombres, como rescate por todos. Y además Cristo Señor Resucitado, actúa con su gracia sometiendo a los hombres a su señorío salvífico (Fil 3,21; 1Cor 15,25-28; 2Cor 10,4-5).
Creemos en verdad que el Señor nos sigue preparando “algo nuevo” lo mismo que los primeros brotes del campo aseguran al agricultor una buena cosecha, con tanta fe percibimos de antemano en los signos pobres la acción fecunda de Dios.
Para Él nada hay imposible: es capaz de abrir caminos en el desierto y de hacer brotar fuentes para que beba su pueblo sediento (Is 43,19-20). Y este pueblo nuevo, creado por esta acción nueva de Dios, prorrumpirá espontáneamente en alabanzas a Yahveh por lo que ha visto y oído, por lo que ha experimentado en propia carne.
Madre GLORIA ISABEL HUÉRFANO PÉREZ, O.P.
Superiora General
Dominicas Hijas de N. S. de Nazareth