63.1. Si sucediera en el mundo un diluvio que todo lo anegara, pero no como aquel diluvio de que te habla la Escritura (Gén 6,13-22), que llenó de muerte, sino un diluvio de sensatez y de sabiduría, muchas cosas cambiarían en la raza humana. Una de ellas, tal vez la primera, sería la manera de orar.
63.2. ¿En qué estriba la sabiduría en la oración? Ciertamente no ha de faltar esta cualidad en el ejercicio más perfecto y completo del alma humana. La oración no ha de ser sólo confiada, humilde y perseverante: es preciso que sea también sabia. Escucha, por ejemplo, lo que te dice Dios por boca del profeta: «Procurad el bien de la ciudad a donde os he deportado y orad por ella a Yahveh, porque su bien será el vuestro» (Jer 29,7).
63.3. Pregúntate con sinceridad: aquellos judíos deportados ¿qué podían desear para la ciudad que era causa de todas sus desdichas y resumen de todas sus humillaciones? Los más deseaban desgracias para Babilonia, y otros muchos querían sólo salir de allí cuanto antes. Sólo unos pocos, los que escucharon y obedecieron a Jeremías se atrevieron algunas veces a pedirle a Dios que enviara rocío de bendición sobre aquella ciudad que de todos modos ellos sentían como fórmula de maldición.
63.4. Tú sabrás que muchas veces lo que se dice en la Biblia con respecto al destierro lo puedes tú aplicar a tu vida en esta tierra, pues para aquellos que, como Pablo, desean “partir, para estar con Cristo,” ¿qué será esta tierra, sino destierro? Pues entonces aplícate lo que dice el profeta, y ruega con sincero corazón por el bien de esa “ciudad” que es tu mundo, y procura con diligencia su bien.
63.5. Hay otro ejemplo que te muestra bien la necesidad de sabiduría en la oración. El Apóstol de los Gentiles escribe así: «Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros» (1 Tes 5,17-18). Al corazón humano no le nace dar gracias “en todo,” sino sólo en lo que siente que le conviene o que coincide con sus intereses o proyectos; por eso quiso el Espíritu Santo que fueseis amonestados en la necesidad de orar levantándoos por encima de lo que ven vuestros ojos, pues si hay algo sabio es reconocer que uno no lo ve ni lo entiende todo.
63.6. La oración es fruto de la verdadera sabiduría, según te enseña el Eclesiástico: «Si el gran Señor lo quiere, del espíritu de inteligencia será lleno [el escriba]. El mismo derramará como lluvia las palabras de su sabiduría, y en la oración dará gracias al Señor» (Sir 39,6). Nota cómo aquel que tiene abundancia de sabiduría, como lluvia, tiene también palabras de gratitud hacia su Creador. Este es el orden querido por Dios: que el sabio sea siempre discípulo, y el que enseña, se reconozca siempre deudor agradecido del Único que es fuente de sabiduría, a saber, nuestro Dios y Señor. Por eso dice el mismo Sirácida: «Siendo joven aún, antes de ir por el mundo, me di a buscar abiertamente la sabiduría en mi oración» (Sir 51,13). ¡Dios Santo! ¡Si esto se inculcara a los jóvenes, y ellos lo acogieran con puro y generoso corazón!
63.7. No has de pensar que esta sabiduría es simple asunto de conocimientos. Ya recuerdas el texto de Santiago: «¿Hay entre vosotros quien tenga sabiduría o experiencia? Que muestre por su buena conducta las obras hechas con la dulzura de la sabiduría […] La sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, pura, además pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos, imparcial, sin hipocresía» (St 3,13.17).
63.8. Orar con sabiduría es orar vestido de luz. Así como el sacerdote se reviste para celebrar la Santa Misa, así todo cristiano ha de revestirse de sabiduría cuando cumple aquello que se dice en la Carta a los Hebreos: «Ofrezcamos sin cesar, por medio de Jesucristo, a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que celebran su Nombre» (Heb 13,15).
63.9. Dice el salmo, cantando con admiración a Dios: «¡Alma mía, bendice a Yahveh! Yahveh, Dios mío, qué grande eres! Vestido de esplendor y majestad, arropado de luz como de un manto, tú despliegas los cielos lo mismo que una tienda» (Sal 104,2). La luz es el traje del Anfitrión en esta sala de fiesta, y según te dijo Cristo, en su banquete tú has de ir vestido como se visten lo que están unidos por un mismo júbilo (cf. Mt 22,12).
63.10. Deja que te invite a la alegría. Dios te ama; su amor es eterno.
Pienso que el diluvio de sensatez y sabiduría ha secedido a lo largo de toda la existencia humana. Dios al manifestarse a traves de la creación lo hace derramando todo el amor, toda la sabiduría,toda la luz, todo lo excelso que es El, decir lo contrario sería negarse a sí mismo y Dios “Dador Universal” no se puede negar a si mismo, es como el sol que sale para todos y su luz representa la inteligencia, luz, sabiduria, amor ,paz etc.. El problema es que nosotros hemos perdido por el pecado original este contacto o esta comunión con Dios que nos permitía como adán hablar directamente con Ël. Por medio de nuestro señor Jesucristo hemos sido reivindicados y podemos retomar esta comunión a traves de la oración, que debemos hacer?, tener la mejor voluntad y guardar sus mandamientos y Ël nos guiará dandonos sus dones y virtudes para llegar por el camino que conduce a Ël.
En la oración nosotros debemos como dije anteriormente depositar la voluntad de querer comunicarnos con Dios, reconocer nuestra debilidad, humildad y deber ser perseverante, ahora lo sabio proviene de Dios, y esta sabiduría esta entrgada por doquier, sólo corresponde a nosotros contactar con esa frecuencia como si fueramos radio receptores, en la medida que cumplimos con los mandamientos y con la oracion vamos sintonizando mayormente con esta gran comunicación que tiene Dios con todo el universo, y si somos caritativos, llenos de fé y esperanza las tres virtudes teologales ya la comunicación sera a traves de una fibra óptica, y mientras más beatos y santos se llegue la comunicación será cara a cara, sólo el pecado nos oculta la cara de nuestro Padre Celestial pero Ël nos prometio que si guardabamos sus mandamientos el vendría y haría morada con nosotros ¡animo! que Dios se manifiesta a quién lo busca y su llamada es dulce y delicada y cuando lo encuentres agradecele por todo y no olvidarse de que nos prometio que donde se reunian dos o más en su nombre El estará en medio de ellos orando al Padre y Dios dará todo lo que elloa pidan. Que Dios los bendiga a todos y muestre su luz, amén