Las Leyendas Urbanas en la Era Digital

Historias increíbles, truculentas y humorísticas llegan todos los días a los buzones electrónicos… poco a poco se convierten en “realidad”.

La historia cuenta que una adolescente salió una noche de su casa a un bar con uno de sus amigos más cercanos. Después de tomar unos tragos, regresaron al apartamento.

Al otro día, la mujer despertó en una tina con hielo y alrededor había rastros de sangre: le habían quitado un riñón. Al lado había una nota que decía: “Llame urgente a una ambulancia, porque se muere”.

No se sabe quién conoció a la víctima, ni quien se tomó el trabajo de escribir la historia y transmitirla por Internet. Verdad o mentira, lo único seguro es que en pocos minutos se transformó en una leyenda urbana, que previene sobre una banda ilegal que trafica con órganos Estados Unidos.

Todos los días, a los buzones de correo electrónico llegan historias truculentas y humorísticas, así como chismes y rumores sobre personas famosas, que cuentan situaciones curiosas que le sucedieron a alguien en cualquier parte del mundo.

Jan Harold Brunvand, profesor de la Universidad de Utah (Estados Unidos) y autor del libro sobre leyendas urbanas Too good to be true (Demasiado bueno para ser cierto), le dijo a EL TIEMPO que estas historias nacen de la pregunta: ¿qué pasaría si… cualquier cosa?

Según él, las leyendas urbanas nacieron desde que existe el hombre, aunque hoy se cuentan cosas más acordes con las situaciones y necesidades actuales. Lo que es claro es que el futuro de estas historias está Internet.

Realidad y ficción

Barbara Mikkelson es una de las pocas personas que han dedicado gran parte de su vida a investigar cuándo una leyenda que “ronda” la red es verdad o mentira.

Con su esposo, creó el sitio snopes.com, una de las páginas más consultadas sobre el tema en el mundo (un millón de visitantes al día).

“Las leyendas urbanas nacieron con el hombre -ratifica Mikkelson-. Hay historias que llevan siglos rondando por ahí y ahora las vemos en los correos, adaptadas a la modernidad. Las nuevas nacen de algo que salió en un periódico o que fue dicho en la radio”.

La explicación que da Mikkelson a este tipo de fenómeno es que las leyendas “hacen eco de lo que está agobiando al mundo, pero que las mismas personas piensan que pueden solucionar reenviando el mensaje a otras”.

No se sabe a ciencia cierta quiénes escriben relatos como aquel que asegura que el cáncer de seno es consecuencia de la utilización de antitranspirantes o el que dice que están dejando inyecciones infectadas de VIH en las sillas de los buses.

En lo que coincidieron los expertos es en que generalmente son personas que quieren ayudar o transmitir algo que les preocupa.

Los temas más recurrentes están encaminados hacia el sexo, el horror y la tragedia, ya que -según Brunvand- estas historias siempre han sido las más atractivas de leer, incluso por encima del humor, que ya es muy corriente en la red.

Por su lado, Mikkelson sostiene que las personas piensan que Internet es una librería gigantesca, pero hay que distinguir qué es ideología, mentira o verdad. La credibilidad de Internet es uno de los factores que determina la vida de estas historias.

Brunvand asegura que, como pasa con la televisión o la radio, la gente le cree a Internet:

“Muchas historias son un termómetro de lo aceptado o no por una sociedad -dice Mikkelson-. Investigar es la única forma de saber la veracidad de una historia. Aun así, es importante que antes de reenviar los mensajes cada usuario, se analice la información. Las historias que se cuentan son falsas hasta que se demuestre lo contrario”.

Paranoia, esquizofrenia o verdades a medias, cualquiera puede contar leyendas urbanas. Lo único que queda claro es que los juglares, aquellos personajes de la antigüedad que contaban historias de pueblo en pueblo, ya no andan en burro y por caminos destapados, sino que transitan por la banda ancha.

El Tiempo