Padre, quiero saber si en un grupo no se tiene aún el permiso del obispo para tener a Jesús Eucaristía, se tiene y se cita una vez al mes a adoración, como servidora, ¿debo obedecer al director del grupo?
Mi impresión general es que, con las mejores intenciones iniciales, resulta fácil que muchos grupos caigan en exageraciones o francamente en abusos. La reserva eucarística, por ejemplo, es lo más sagrado que tiene nuestra fe católica, con la única excepción del sacrificio mismo de la santa misa.
Nuestro Señor Jesucristo no está en la reserva del sagrario para hacer más intensa la oración de un grupo particular de personas, como si fuera posesión de ellas o como si se tratara de un recurso extra de devoción o de impulso misionero. Y aunque es verdad que en circunstancias excepcionales los cristianos han tenido la Reserva de la Eucaristía en sus casas, no debe considerarse que esas “excepciones” se dan simplemente porque hay personas fervorosas que quieren evitarse la incomodidad de ir a su iglesia parroquial. Obrar de otra manera conduce poco a poco a un modo de hablar y tratar de la Eucaristía como una “cosa” que trae poder, o que obliga a un comportamiento sacro, o que hace más santa una reunión particular.
La presencia de la Eucaristía sólo es compatible con dos actitudes concretas: la comunión (en la Santa Misa, o para los enfermos) o la adoración (en el sagrario o en una procesión hecha para tal efecto, por ejemplo). Tener la Eucaristía para otro propósito raya con el uso de “algo” más que con el encuentro decisivo con Alguien.
Todo esto es aún más serio si se está incurriendo en una desobediencia o si se presume una autorización que en realidad no se ha pedido. Mi sugerencia al respecto es que hables pronto con quienes dirigen ese grupo y con términos afables y caritativos, pero muy claros, les hagas ver que no se está sirviendo a Cristo ni se está ayudando a la fe de la gente con ese modo de hacer las cosas. Si después de intentar ser escuchada en buenos y razonables términos no logras nada me temo que estás en el deber de informar a las autoridades correspondientes, empezando por el párroco del lugar.