¿Qué es un yermo, y qué tienen que ver los yermos con nuestra fe? J.C.M.
Según el diccionario, un yermo es un terreno inhabitado o más aún, inhabitable. Muchas veces viene a ser sinónimo de desierto o tierra baldía.
El desierto es importante para nosotros los cristianos por todo lo que significó para el pueblo de Israel como aparece en la Biblia. Salidos de Egipto, los israelitas tuvieron que peregrinar 40 años por el desierto. En ese tiempo aprendieron cosas fundamentales. Aprendieron a depender de Dios y a confiar totalmente en él; aprendieron a desconfiar del esplendor de los ídolos y de las soluciones fáciles; descubrieron el valor de la fe y el sentido purificador de una vida sobria y austera. Pero sobre todo se descubrieron como un pueblo en marcha hacia la tierra prometida.
Todas esas enseñanzas son importantes para nosotros también. Guiados por el ejemplo de Cristo, que santificó el desierto con su propia oración y ayuno, nosotros entendemos que hace bien retirarse, privarse de cierta comunicación y de algunas comodidades para poder ser fieles al Señor.
No es extraño entonces que algunos cristianos, ya desde los primeros siglos, quisieran llevar una vida así apartada, penitente y orante. Se hicieron ermitaños, o sea, habitantes del yermo, y se hicieron también monjes, palabra que viene de “monachos,” o sea, el que está solo, el que carece de compañía visible para hacerse uno con el Dios Invisible. En síntesis: del desierto ha nacido la vida religiosa, y en particular, la vida monástica.