De nuevo, Francia. Ya no son los inmigrantes pobres, mayoritariamente musulmanes y de piel oscura: esta vez son los estudiantes. El campus solemne de la Sorbonne contempla impotente el jaleo entre estudiantes y policías. Nada demasiado serio: algo de vandalismo, unos cuantos heridos, algunos detenidos.
Y sin embargo, todo es serio. Se trata de pronunciarse en contra de una nueva Ley del Trabajo. La página de noticias de Yahoo lo resume así:
Las reformas laborales son la prioridad del mandato de Villepin, miembro del partido gaullista UMP, y llegaron en respuesta a la violencia que azotó los suburbios de Francia hace cinco meses, que fue atribuida en parte a altos niveles de desempleo juvenil.
El plan de trabajo está basado en un nuevo contrato, el CPE (Contrato del Primer Empleo), que permitiría a las compañías contratar a menores de 26 años por un período de prueba de dos años antes de ofrecerles un empleo permanente, permitiendo su despido sin motivos en esos dos años.
El primer ministro dijo que el CPE alentará a las empresas a contratar gente joven, pero los estudiantes lo ven como una medida discriminatoria y una amenaza al sistema de beneficios y protección laboral francesa.
Como observador externo no logro entender qué quiere el primer ministro Villepin. Yo comparo su propuesta al trabajo de Dublín: para evitar la sensación de que faltan literalmente más calles, por todas partes hay señales de tra´nsito que obligan a los vehículos a dar largos rodeos para llegar adonde quieren llegar. Los carros se mantienen en movimiento aunque a menudo no van a ninguna parte. Así también Villepin quiere que los jóvenes se mantengan en movimiento de uno a otro puesto, con la idea de que eso desahogue un poco la presión que causa una tasa de desempleo insostenible.