¡Hola Fray Nelson!
Dios nuestro Señor lo bendiga y lo conserve muchos años. Hace tiempo le escribí dando testimonio de lo mucho que el Señor me ha dado y usted amablemente me sugirió que lo compartiera brevemente con nuestros hermanos de la lista. Había estado indecisa pero ¡por fin! hoy he decidido vencer mi timidez y a perderle el miedo a las teclas.
Mi nombre es Cuquis y soy mexicana, tengo 40 años y 5 hijos.
Soy de cuna humilde y vengo de una familia desunida donde predominaba la ley del más fuerte (los varones). Por falta de dinero y de dirección no pude hacer una carrera.
Fui madre soltera muy joven; el padre de mis hijas salió golpeador y me separé. Fui por la vida sin rumbo, ni dirección, ni apoyo. Sólo el amor de mi padre (en ese tiempo) me mantenía viva. Estuve a punto del suicidio, pero algo en mi interior me lo impidió (no fue miedo).
Debo aclarar que dentro de mi desesperación trataba de comunicarme con Dios pero mi alma estaba tan confusa que no me permitía escucharlo. Ahora sé que en algún rinconcito de mi ser estaba esperando esa fuerza que Dios nos ha dado para buscarlo. Eso sucedió en mi vida hace cuatro años, cuando mi pequeño hijo enfermó gravemente y no me daban esperanzas. Sólo había que esperar 72 horas… En ese momento mi mundo se derrumbó completamente. Me sentía tan sola y desesperada…
Busqué en mi mente y en mi corazón recuerdos, recuerdos vagos de hacia muchos años, cuando recibía catecismo con las religiosas de mi pueblo, quienes me decían que “Dios me amaba sobre todas las cosas, aún a costa de mi misma”, y le dije: “¡Señor no me abandones!”. Pedí con todas mis fuerzas que me diera una oportunidad, que me diera una prueba de su amor, que yo trataría de ser mejor persona, mejor cristiana…
Hoy en día mi nene tiene seis años. Aún los médicos no se explican por qué, pero ¡yo sí sé por quien!
¡Debo darle gracias a Dios porque me ha dado más de lo que merezco!
Hermanos, de verdad he tenido momentos parecidos con mi Padre, con mi Madre, pero el Señor siempre me ha manifestado su amor. Sólo le pedí una oportunidad para ellos y para mí, una oportunidad de reconciliación y de perdón antes de partir a su llamado y el Señor se manifestó…
Después de tener estas experiencias tan dolorosas y maravillosas al tiempo, el Señor en su infinita Misericordia ¡me dió un regalo que ni en sueños me imaginaba que tendría nunca! El día primero de mayo a las 5:30 de la tarde me uní en matrimonio con el hombre que Dios puso en mi camino para ayudarme a conocer lo bonito de la vida, el amor al prójimo, el respeto y el Amor de la pareja.
Debo reconocer que el Padre Humberto (Sacerdote de mi parroquia) ha sido un ángel que me ha ayudado a encontrar el camino de la reconciliación con Nuestro Señor.
Hoy, cuando hago un recuento de lo que ha sido mi vida, no puedo más que decir: ¡Bendito seas por siempre, Señor!
P.D. No pude ser más breve, espero no aburrirlos.
Que Dios los bendiga a todos,