Conocí a Olga Clemencia en el final de sus días. Desde el primer momento me dijo: “sé que me voy a morir”, y también, con un cariño muy grande: “quería conocerlo antes de irme, porque muchas veces lo oí por la radio, y me sirvió”.
Olga Clemencia tenía cáncer. Ya lo había vencido una vez, pero él, como fiera herida, había retornado con mayor fuerza y se dejaba sentir adentro del cuerpo de Olga. Pudimos hablar varias veces, gracias a Dios, incluso unas horas antes de mi viaje Bogotá-Dublín. ¡Cómo le agradezco al Señor que me haya permitido estar ahí, y hacer presencia, y aprender tantas cosas… esas que sólo se ven a plena luz cuando las luces de esta tierra anuncian su final!
Olga Clemencia tenía un temperamento profundo, intelectual, con una marca de severidad, aunque también con ese deleite que conocen los que saborean cada pizca de verdad que les da el camino. Por eso, en los días finales de su peregrinar hasta el umbral de la muerte, hizo su propio camino, como queriendo descubrir por sí misma la razón de cada cosa, de cada oración y de cada sacramento. Tuve oportunidad de administrarle el sacramento de la confesión y pude ver cómo hasta el último día quiso ser siempre más discípula que dueña de la verdad… de cualquier verdad.
Unos pocos días antes de morir me escribió un e-mail:
Apreciado Fray Nelson:
Espero se encuentre bien. Yo, aquí, dando, recibiendo muchas cosas que no por la enfermedad quedan truncas.
Fray Nelson: acepté ésto, acepté la enfermedad, acepté la voluntad de Dios. Este estado me llena de tranquilidad, y es difícil alcanzar este estado.
Fray Nelson: creo que pronto seré libre para estar con Dios, lo cual me regocija y me da alegría.
Agradecería su pronta contestación. Gracias, su hermana en el Señor,
Olga Clemencia Giraldo Talero
Bendito Dios que pude responder su mensaje. Mis palabras fueron breves, como breve tendrá que ser esta despedida, porque Olga se nos fue ayer. Se nos adelantó a la Casa del Padre. Entonces le dije, y ahora le digo:
GRACIAS por acordarte de mí. GRACIAS por la confianza que me has dado. GRACIAS por el testimonio de fe y de entereza que siempre encontré en tí.
Un abrazo!!!