Pocas veces, mis amigos, pocas veces me había impactado tanto un testimonio, por su sencillez, profundidad, belleza y amor.
Fray Nelson, quiero compartir este testimonio.
Mi hermana menor se casó hace más de 14 años, y desde entonces con el esposo se han sometido a toda clase de tratamientos para tener hijo. Siempre en mi oración y una devoción de cada 25 de mes, (ofrecer la confesión, la comunión el rosario de los 7 dolores de la Virgen Maria) le he dicho: “Señor, Dios y Rey de nuestras vidas, Tú lo sabes todo y eres el proveedor y dador de vida. Escucha la petición por la maternidad de mi hermana, y déjale saber a ella cuál es tu voluntad. Tú dices que todo lo permites para bien de los que amas, y Tú lo dispones todo…” Lo que sigue son apartes de la carta que me escribió. Ella reside en otro país.
“Te cuento que el tratamiento nuevamente fracasó, ni siquiera marcó positivo; estuvimos muy tristes, mi esposo y yo, pero Dios es maravilloso y nos llena de fortaleza. No te preocupes, no estoy triste ahora, pues Dios a través de su Palabra me ha hablado y es hora de que soltemos esta petición que por años hemos tenido.
Nuestro mayor deseo ha sido tener un hijo y hemos concentrado todas nuestras peticiones en ello, pero Dios me ha enseñado que eso no debe ser prioritario para nosotros, no es lo que nosotros anhelemos lo que debe llenar nuestras vidas. Fíjate, algunas personas anhelan un carro o una casa o cualquier otra cosa, y al igual que nosotros todos los días piden eso. Entonces eso se convierte en su prioridad. Pero la única prioridad debe ser DIOS y el amor hacia Él; así lo dice en su Palabra: debemos buscar su reino y todas las cosas vendrán por añadidura. Él es lo más importante, no un hijo o cualquier otro deseo. Debemos vivir para agradarle a Dios, como también debemos aceptar su voluntad, sí, su voluntad.
A veces, por estar concentrados pidiendo algo, no vemos las grandes bendiciones que Él cada día nos da. Hay muchas bendiciones alrededor de nosotros, y no las vemos porque solo queremos ver lo que estamos pidiendo.
Con esto no te quiero decir que ya no quiera un hijo. Lo sigo queriendo pero ya solté esa petición. Dios es nuestro padre y conoce lo que anhelamos y deseamos; Él sabe lo que hemos pasado y las decepciones que hemos sufrido. Sí: su voluntad se manifestará para su gloria.
Debemos aceptar lo que Dios nos pone, pues estas pruebas, aunque son duras, son necesarias, porque así nos acercamos más a Él, y tenemos más comunión con Él: eso es lo que nuestro Padre quiere.
Dios te guarde. Tu hermana.