Soledad Fecunda

De vez en cuando y por un lapso de toda una mañana o de una tarde entera, sumérgete en baños de soledad y silencio. Es una disciplina excelente que fortalecerá tu espíritu y te ayudará a ir encontrándote con tu ser más profundo y verdadero. No le temas a la soledad. Aprende a amarla.

La soledad no existe en realidad para quien sabe poblarla con sus razonamientos y sus meditaciones. Fue el gran poeta español Luis Góngora, quien sabiamente dijo:”A mis soledades voy, de mis soledades vengo, porque para estar conmigo me basta mi pensamiento”. Tampoco le temas al silencio. El silencio vitalizará tu mente y tu sistema nervioso; y dotará de solidez y fuerza expresiva a tus palabras cuando salgas de tus treguas de mutismo y tornes a hablar. No es que la relación social sea mala, ni indeseable la comunicación hablada, pero a veces nos metemos y enredamos demasiado en el ajetreo y la palabrería del mundo. Tiende al equilibrio interno y al reencuentro contigo mismo. Regálate de vez en cuando baños de soledad y silencio.

Solamente en el silencio y en la soledad se encuentra la paz y la respuesta a todas nuestras preguntas… escucha el infinito y estarás escuchando no sólo tu propia voz, sino también la voz de Dios. La meditación es el acceso, es la puerta que nos comunica con el conocimiento interior. Muchas veces cuando pedimos algo en oración, nos preguntamos ¿Por que no se nos concede nada de lo que pedimos?. La oración es la manera que tenemos de comunicarnos con Dios, pero la meditación es la forma que tenemos de escuchar su respuesta. ¿Por que nos empeñamos tanto en fríos monólogos si tenemos en nuestras manos la capacidad de ir más allá?

Una respuesta a «Soledad Fecunda»

  1. Fray Nelson:

    Voy a tener en cuenta este consejo. También pondré en practica el silencio. Aunque a veces es dificil, pero es muy probable que por el ruido nuestro no permitamos esuchar la dulce voz de Nuestro Señor Jesucristo.

    Gracias. Muchas gracias

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