Pienso que el tiempo en que vivimos abre posibilidades inéditas para unir sacerdotes y familias. Darle una familia al sacerdote no es la única idea ni la mejor, como vemos en la experiencia y la historia de otras confesiones cristianas.
Estoy pensando sobre todo en el contexto de los Nuevos Movimientos Eclesiales. Cuando un sacerdote se siente miembro de una comunidad y responsable del alimento espiritual de ella, su mundo pastoral, intelectual, espiritual, afectivo y humano cambia sustancialmente.
Hay que escribir más sobre esto, pero se me acabó el crédito.