4. Blogs
Una de las señales más evidentes del avance del procesamiento en paralelo son los llamados “blogs,” una abreviatura de “weblogs,” que a su vez abrevia: “registros cronológicos puestos en Internet,” pues la “web” es la “telaraña,” la red de redes.
Estas reflexiones, para no ir más lejos, se han publicando en mi propio blog. Junto a este “post” (nombre usual para cada una de las entradas de un blog) millones de otros “posts” repueblan y renuevan la telaraña, cada día. No sería extraño que algunas decenas de esas entradas a diarios cibernéticos hablaran hoy mismo de lo que yo estoy hablando. Cabe suponer que el procesamiento paralelo de la información está recibiendo más de una mirada desde más de una perspectiva, es decir: está siendo él mismo procesado en paralelo.
Los blogs, pues, como cabe entender, son el nido del procesamiento paralelo. De algún modo es un fenómeno único: casi cualquier persona, con casi cualquier nivel de instrucción, desde casi cualquier parte, con casi cualquier nivel de ingresos puede hacerse oír a miles de kilómetros. Potencialmente esto abre caminos de construcción social de pensamiento que parecen ya haber demostrado su impacto, por ejemplo en las últimas elecciones en los Estados Unidos.
En otro sentido, sin embargo, los blogs no son tan nuevos. La antigua ágora de los griegos, que algunos consideran como primera cuna de la democracia, era algo parecido a una maqueta de Internet o por lo menos una maqueta de lo que se ha llamado la “blogósfera.” En el ágora cualquiera podía habalr y las más diversas corrientes filosóficas o credos religiosos tenían ahí su arena para buscar seguidores, más o menos como uno escribe estos “posts” y los lanza a las aguas del ciberespacio.
San Pablo estuvo predicando en ese Internet del siglo I y ciertamente no le fue demasiado bien. El texto de los Hechos de los Apóstoles es digno de ser citado íntegramente y va así:
Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía dentro de él al contemplar la ciudad llena de ídolos. Así que discutía en la sinagoga con los judíos y con los gentiles temerosos de Dios, y diariamente en la plaza con los que estuvieran presentes. También disputaban con él algunos de los filósofos epicúreos y estoicos. Y algunos decían: ¿Qué quiere decir este palabrero? Y otros: Parece ser un predicador de divinidades extrañas–porque les predicaba a Jesús y la resurrección. Lo tomaron y lo llevaron al Areópago, diciendo: ¿Podemos saber qué es esta nueva enseñanza que proclamas? Porque te oímos decir cosas extrañas; por tanto, queremos saber qué significan. (Pues todos los atenienses y los extranjeros de visita allí, no pasaban el tiempo en otra cosa sino en decir o en oír algo nuevo.) Entonces Pablo poniéndose en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, percibo que sois muy religiosos en todo sentido. Porque mientras pasaba y observaba los objetos de vuestra adoración, hallé también un altar con esta inscripción: AL DIOS DESCONOCIDO. Pues lo que vosotros adoráis sin conocer, eso os anuncio yo. El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay, puesto que es Señor del cielo y de la tierra, no mora en templos hechos por manos de hombres, ni es servido por manos humanas, como si necesitara de algo, puesto que El da a todos vida y aliento y todas las cosas; y de uno hizo todas las naciones del mundo para que habitaran sobre toda la faz de la tierra, habiendo determinado sus tiempos señalados y los límites de su habitación, para que buscaran a Dios, si de alguna manera, palpando, le hallen, aunque no está lejos de ninguno de nosotros; porque en El vivimos, nos movemos y existimos, así como algunos de vuestros mismos poetas han dicho: “Porque también nosotros somos linaje suyo.” Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la naturaleza divina sea semejante a oro, plata o piedra, esculpidos por el arte y el pensamiento humano. Por tanto, habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan, porque El ha establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un Hombre a quien ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres al resucitarle de entre los muertos. Y cuando oyeron de la resurrección de los muertos, algunos se burlaban, pero otros dijeron: Te escucharemos otra vez acerca de esto. Entonces Pablo salió de entre ellos. Pero algunos se unieron a él y creyeron, entre los cuales estaban Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris y otros con ellos. (Hechos 17,16-34)
Creo que este texto bíblico contiene más de una advertencia para quienes ven en la fortaleza de los medios de comunicación una especie de panacea para la evangelización. Es claro que hemos de “estar ahí” pero no podemos soñar demasiado: más de una vez nuestra opinión será risible o quedará ahogada en un mar de opiniones y teorías seductoras.