Hay un aspecto social de Fátima; un aspecto que tiene que ver con la organización misma de la sociedad, quiero decir. La misma Virgen que llama al arrepentimiento y la penitencia pide que Rusia sea consagrada a su Inmaculado Corazón y habla de los errores del comunismo.
De una manera visible, este aspecto de Fátima se percibe en esta ciudad de dos modos muy concretos: un trozo del muro de Berlín, símbolo de la caída del comunismo, se halla en el extremo inferior derecho de la explanada que accede a la Basílica (mucha gente no sabe este dato). Eso es lo primero. Lo segundo es que el bellísimo Via Crucis que recorre la parte de Valinhos (donde sucedió la aparición de agosto de 1917) y que pasa muy cerca del lugar de la manifestación del Angel de la Paz (año 1916) fue donado por católicos húngaros residentes en los Estados Unidos de América, después de la salida de los rusos y del comunismo.
Puede cuestionarse esta connotación claramente política sobre todo porque la Iglesia Católica no se ha caracterizado por ser igualmente vigorosa en desligarse de otros modelos políticos que han traído y traen muerte. Además, es un hecho que la espiritualidad “de derechas” ha enfatizado tradicionalmente en un paquete de pecados graves, ciertamente, pero circunscritos al ámbito del individuo: la sexualidad, el respeto a la vida, la vida de oración. Esto ha hecho que los “de izquierdas” crean que pueden tomar como propio lo social, la causa de los trabajadores, la defensa de las minorías.
Estoy seguro de que a la Virgen le interesan tanto los niños abortados como los salarios mal pagados; le importa tanto que guardemos la pureza como que no excluyamos a ninguna etnia y que cese la violencia contra la mujer. En este sentido, tenemos MUCHO que ahondar en el mensaje de Fátima, y mucho por aprender a predicar sobre María y el Evangelio.