Con toda la seriedad de un juego (9)

La Adrenalina

Teóricamente los juegos sirven para relajarse pero es un hecho que tensionarse es también un modo de jugar.

Claro está: no cualquier tensión es un juego. Tener una deuda de difícil pago mal puede llamarse una forma de jugar. Sin embargo, una persona endeudada puede querer jugar un agitado partido de squash para descargar en las emociones de ese deporte mucho de la tensión de su vida “real.”

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Con toda la seriedad de un juego (7)

¿Es la ficción un juego?

El extraordinario éxito de la trilogía de “El Señor de los Anillos” nos hace pensar en el poder de la ficción. Como es sabido, este monumento cinematográfico está basado en la obra del mismo nombre publicada por J. R. Tolkien en 1955. Uno no puede menos de sorprenderse de la fuerza de los símbolos que mana sin cesar de las páginas o escenas de esta epopeya impresionante.

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Con toda la seriedad de un juego (6)

Jugar y Aprender

Según las descripciones que nos ha dejado san Agustín de Hipona, juego y aprendizaje muchas veces se han visto como opuestos, por no decir enemigos. En aquella época las cosas se veían más o menos así: El juego es el terreno de la libertad y la gratuidad; la escuela, el terreno de la exigencia y de los fines evaluables. Desde este punto de vista, poco juego puede pedirse a las escuelas, aparte de algún tiempo de “recreo,” destinado especialmente a recobrar las fuerzas para seguir en lo serio, lo que sí vale la pena: el estudio.

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Con toda la seriedad de un juego (4)

Jugar y Creer

Hay una compleja relación entre la religión y el juego. Todo jugador serio es un creyente, usualmente un creyente supersticioso, pues sin una noción de “suerte” difícilmente se entra a un juego o deporte que sea digno de ese nombre. ¿Puede decirse, por complemento, que todo creyente tiene algo de jugador? Hay quien ha hablado de la religión como una “apuesta” y creo que es defendible ese punto de vista. La sola, estricta y calculadora razón no puede justificar sin más las inversiones de tiempo, dinero y fuerzas que hacemos en todo lo que tiene que ver con la fe. Desde luego que creer no es lo mismo que apostar pero en todo caso el creyente sabe que el control no está del todo en sus manos y en eso se hermana con el jugador. Además, un buen creyente quiere “ganar” y quiere que las tinieblas “pierdan” –un tema que es continuo en los juegos.

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Con toda la seriedad de un juego (2)

Juegos y adicciones

Queda claro, entonces, que lo de los juegos, jugar y entretenerse, no es un asunto trivial. Implica dinero, gente, vidas, fuerzas, talento y preguntas muy profundas.

La cara oscura del tema es la adicción. Como cualquier otro adicto el jugador compulsivo puede despedazar todo con tal de no desprenderse de aquello que le fascina y se adueña de él. Las historias a este respecto son dramáticas y tristes: gente ofreciendo a los propios hijos o hijas en una mesa de póker, o arriesgando el patrimonio de la familia entera o llegando a la desesperación o el suicidio por una racha de “mala suerte.”

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Con toda la seriedad de un juego (1)

Quedé pasmado al enterarme que los juegos caseros (tipo Play Station) mueven más millones que los videos para consumo en casa.

Por ejemplo, la edición digital del Diario de León para hoy anota que “8,5 millones personas, uno de cada cinco españoles, son consumidores de videojuegos.” Un poco más adelante específica en lo que atañe a las edades: “sólo el 38% de los usuarios son menores de edad, y […]este porcentaje se reduce espectacularmente por debajo de los 14 años.”

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Si se nos va…

La enfermedad del Papa Juan Pablo II, ha causado un desmesurado interés, a pesar de las declaraciones oficiales del Vaticano, que quisieran sosegar los ánimos. No sólo por la edad y fragilidad del paciente, que a estas horas está hospitalizado en el Gemelli de Roma, sino porque los antecedentes de la enfermedad de Parkinson que él padece hacen humanamente muy difícil pensar en la recuperación, pues esta enfermedad afecta particularmente los músculos de la respiración.

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Veinte años no es nada…

…así dice la canción. Permítanme una nota personal. El 1° de febrero de 1985 tomé el hábito de Santo Domingo, en la Basílica de N. S. Chiquinquirá, en Colombia. Así empezó mi año de Noviciado bajo la dirección del siempre recordado y amado P. Pastor Prada. Todos los días tomamos decisiones pero no todas son decisivas. Ese día, en cambió, muchas cosas se decidieron allí, bajo la mirada amorosa de la Siempre Virgen María, en su advocación del Rosario de Chiquinquirá.

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