1. La falta de más comunicación con los frailes de Colombia.
2. El progresivo y explicable silencio de muchos amigos de otras épocas.
3. La conciencia de las necesidades pastorales crecientes en una Europa en proceso de paganización, con lo que esto implica de frustración pero también de desafío.
4. El estilo de vida más independiente y en algunos aspectos más cómodo de Europa.
5. Los afectos crecientes, de parte y parte, con respecto a los frailes irlandeses en general, y con los de este convento en particular, todo ello facilitado por la experiencia grata de entender mucho más y hacerse entender mucho mejor en inglés.
6. El deseo de un género de vida más próximo a los temas profundos y de hondo calado, más que a la inmediatez de las presiones económicas o los sobresaltos de la violencia.
7. La perspectiva de una diversidad de naciones y culturas.
Hay varias explicaciones. Lo cierto es que a veces siento que estoy queriendo muchísimo a Irlanda.