Recuerdos (8)

Que Dios sea más conocido y mejor amado

Mi sueño, lo que yo quisiera ver antes de morirme, es una Facultad de Teología digna de ese nombre. Un lugar que le dé honra a Dios y busque con seriedad darle a conocer para que sea obedecido, servido y amado. No hablo entonces sólo de una institución académica; hablo de una “Escuela” de Teología y sobre todo de una Comunidad convencida del valor de cada cosa que el Señor nos ha dado en su Palabra y nos ha transmitido a través de su santa Iglesia.

Claro que este no es el único sueño. Quiero muchísimo ver el florecimiento de las Vírgenes Seglares; quiero unos seglares dominicos como los hemos anhelado siempre en Kejaritomene; quiero que las vocaciones sacerdotales infantiles, que las hay, encuentren lugares nuevos donde cultivarse sana y profundamente a la vez; quiero culminar bien las homilías para todos los días de todos los ciclos litúrgicos; quiero una buena biblioteca en fraynelson.com; quiero hacer un comentario bíblico y culminar un Curso de Teología para Todos; quiero poder seguir predicando en muchas otras partes y como siempre reza mi mamá, que las palabras “lleguen”; todo eso y más cosas quiero, pero si tuviera que quedarme con una, escogería lo de una verdadera facultad, y la razón es: porque donde abunda en verdad la Palabra todo lo demás llega como por añadidura.

Ya he escrito en otra ocasión sobre la Facultad y no creo que haya que repetir aquí. Sólo quiero agregar, a modo de epílogo para estos recuerdos y consideraciones, que pido que la teología sea estudiada sin pretensiones de hacerla “útil” de manera simplista y pragmática.

Sé bien que puede estudiarse teología para defender la fe o para aprender a hacer pastoral pero la teología que da vida, la que realmente impacta en la cultura y entreabre el cielo es la que brota del amor, de la urgencia de conocer a Cristo y sus misterios.

Dios, ¿voy a ver mi sueño en esta tierra? ¿Voy a ser parte de él? Fiat voluntas tua.