La Claridad, en tono menor

Ayer hablaba de la claridad en tono mayor, quizá demasiado grande. Hoy vuelvo sobre lo mismo aunque en tono menor. Voy a referirme a los conceptos tan disímiles que angloparlantes e hispanoparlantes tenemos en cuanto a la claridad en el lenguaje hablado, o más especificamente, en la pronunciación.

En español, cuando no entendemos lo que se nos dice, pedimos que nos sea repetido. La persona aludida trata de vocalizar más, hacer más distintos los sonidos de cada sílaba y hablar más despacio y recio.

En inglés, por el contrario, las sílabas tienen una existencia más precaria y la multiplicidad de sonidos intermedios vuelve inútil o contrapruducente nuestros otros recursos: hablar lento y fuerte. Prueba por ejemplo a decir “the intelligible discourse” alargando las sílabas y verás cómo tu discurso se hace menos inteligible…

En inglés las sílabas existen con menos entidad y por eso el método rápido de hacerse entender es deletreando, una práctica que en español se usa sólo en casos extremos y no sin incomodidad. Aquí la gente aprende a deletrear (spelling) desde los años escolares.

Pero el recurso más usado no es el deletreo sino la entonación. Las palabras se van entendiendo a medida que se van uniendo con otras y producen una música que suena familiar. Aprender inglés, buen inglés, es como aprender una música que uno va cantando discretamente cada vez que habla. Las letras, como tales, o las sílabas no cuentan tanto como el sonido que se produce al decir frase completas, hechas.

El inglés funciona por paquetes ya bastante hechos. Yo atribuiría a eso el éxito que tienen ciertas frases-comodín, que hacen el papel de “apoyaderos” en los que es fácil ir siguiendo el sentido de lo que nos hablan.