Esto estuve aprendiendo a hacer ayer, para actualizar nuestra página de fotos:
Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
Esto estuve aprendiendo a hacer ayer, para actualizar nuestra página de fotos:
Un temor perfectamente explicable en un extranjero como yo es el tema del lenguaje. Después de más de tres semanas en Colombia, obligado a sumergirme casi sólo en mi lengua nativa, traía la aprensión de hallarme en malas condiciones para el inglés.
Usualmente los hijos viven de los papás, es decir, de la economía y recursos de sus progenitores. En sociedades industrializadas y desarrolladas, sin embargo, se ve un caso contrario: papás que viven de los hijos. No me refiero al caso más que explicable de los padres ancianos que, después de una vida de esfuerzos, reciben en bienes materiales y cariño la justa retribución de todo lo que han dado a su prole. Hablo de padres y sobre todo madres jóvenes que tienen hijos con el propósito básico de recibir altos subsidios de vivienda y de dinero para su uso personal.
57 imágenes del paso por Colombia en 26 días colmados de amor, fe y recuerdos.
Me llamaba la atención que a tu edad, ya avanzada y tan venerable, manifestaras tanta prisa en todo: fuera el servicio a Dios o a tus hermanos. Yo pienso que sentías en algún lugar de tu corazón que el tiempo no sería muy largo y por eso te propusiste ser el primero en acogerme como un genuino hermano, dedicando de tu tiempo y tu saludo a este suramericano medio incógnito, tímido, titubeante en su inglés, inseguro en una nueva cultura. Me regalaste el último tesoro que te quedaba, después de más de ochenta años de vida y cincuenta de sacerdocio ejemplar: me diste de tu tiempo; y también de tu alegría, de tu experiencia.
Un apunte gracioso que repetí varias veces en Colombia fue este: “Veo a mi país mejor que como lo dejé hace un año; veo a Bogotá mejor que como la dejé hace un año… ¿Conclusión? ¡El problema era yo!”
Algo así digo ahora en Dublín. Parece que las ausencias ayudan… Hoy el prior me invitó a que almorzáramos; ayer, Liz una señora que trabaja aquí ayudando a los padres mayores, me saludó de besito en la mejilla; incluso el cielo sigue azul (¡en Dublín!) y el sol esplendoroso. Las ausencias ayudan… Casi voy a acabar diciendo lo de Nuestro Señor: “Os conviene que yo me vaya…”
Brilla el sol, el cielo es azul intenso, no hace ni frío ni calor. No podía pedirse un día más hermoso para retornar a Irlanda. Trato de disfrutarlo en medio del trasnocho y el cansancio; no lo logro pero me hace feliz saber que hay días así y que muchos los podrán disfrutar. ¡Hay que descansar!
Un abrazo final a Fernando Sánchez, a la puerta del muelle internacional, y luego un silencio inmenso que se asienta en el alma. Atrás quedan unos días por Colombia, y adelante, nuevos retos y preguntas, nuevas lecciones y nuevos amigos. Parce mihi, Domine!
¡Hoy todo son carreras! Unas últimas conversaciones y entrevistas, saludables y bellas, pero con el sabor de que faltaría más tiempo. Hay que ocuparse de muchas cosas y tratar de que nada se quede olvidado o inconcluso.
Pienso mientras tanto en la muerte. Pienso en que es el viaje que se acerca entre todos los que se acercan. Pienso que mi vida es demasiado pobre y pequeña, y que le falta brillo y fecundidad. Me arrojo en las manos de Dios y trato de empacar algunas cosas de la maleta. Es la vida de un predicador: llevar cosas y palabras pero también lágrimas y silencios, esperanzas y mucho amor, sobre todo eso: amor.
Se acaba el tiempo en Colombia… Un maravilloso ajiaco preparado por Bruno y unos langostinos en casa de Patricia Bueno: menú gastronómico maravilloso, que a su tiempo pasará factura en algunos kilos de más, supongo… Pero, ¿cómo se hace?
Veo algo de nostalgia en los ojos de mis padres. Es increíble el nivel de amor que acumula un papá y sobre todo una mamá. ¡Los admiro tanto!
Junto a tantos hombres y mujeres de quienes he recibido amor y amistad, como mi familia, o la Asoicación Kejaritomene o las Vírgenes Seglares, o desde luego, mis hermanos de comunidad, hay también muchas otras que desde la sencillez y la humildad me han entregado mucho.
Hoy quiero destacar a personas como Berthica, empleada del Convento de Santo Domingo, que con su espíritu de servicio y su generosa alegría ha expresado tanto. Y junto a ella, Camila, la recepcionista del mismo Convento. O también Lida y Liliana, de la Secretaría del Padre Provincial, Alba Luz de la Sindicatura, o un hombre cuyo nombre desconozco, para vergüenza mía: el vigilante de la calle donde viven mis padres. Debo corregir eso, pero entre tanto expreso aquí mi gratitud por todos ellos que no son invisibles a mis ojos.
Para todos los que hemos caminado a ritmo de los azares de la Asociación Kejaritomene los primeros viernes permanecen como un tesoro en el recuerdo y en el corazón. ¡Cuantas veces nos reunimos, sobre todo en el Convento de Santo Domingo, para alabar a Cristo, para pedirle misericordia, para predicar su Santo Evangelio!
Hoy, como un eco del Día de la Gracia (pasado 22 de agosto), nos hemos congregado en el aula Sanz Tena de la Universidad Santo Tomás como un momento de evaluación y nuevo empeño para los Oratorios que ya existen, y como ocasión propicia para el nacimiento de otros Oratorios. La visita de Fr. Fredy Cano, que tantas a veces ha apoyado a los kejaritomenos en este pasado año nos colmó de alegría.
La nota triste, en cambio, viene de la espantosa masacre de la escuela de Beslán: cerca de 300 muertos, en su mayoría niños inocentes. Sin poder hacer más por ahora, hemos ofrecido la Santa Misa por ellos y sus parientes.
El proceso con el grupo al que yo llamaba “Padre Nuestro” va bien pero entraña mucho trabajo de entrevistas personales y reflexiones en grupo. Por lo pronto queda claro que tomará un nuevo nombre: SANCTUS, que parece condensar su ideal, su búsqueda y su método.
El día ha terminado con una preciosa Eucaristía desbordante de amor a Jesucristo que ha reunido a personas tan diversas y de lugares tan distintos y distantes. Estos amigos de SANCTUS ven como horizonte máximo de crecimiento la vida de penitencia como expiación de amor por los pecados del mundo y como acto de adoración a la piedad de Dios.
En Ibagué me aguardaba otra sorpresa. Ciertamente el Señor me quiere siempre discípulo más que predicador o maestro. La sorpresa es ver el curso que va tomando la semilla de la gracia que hace cinco años plantaron María Claudia y María Margarita, dos amigas hermanadas por el deseo de la evangelización en serio y a gran escala.