La Mujer en la Vida de la Iglesia (7 de 9)

La Evolución de la Teología de los Ministerios

Es posible que la Biblia no avale directamente un ministerio ordenado femenino, pero hay una evolución de la comprensión de la verdad teológica, ¿o no?

Eso es cierto, y es importante subrayarlo, ante todo, por aquello que el Señor dijo: �el Espíritu os guiará a la verdad completa.� Una explicación teológica seria debe mostrar por qué un cambio en la explicación sobre el género no es una verdad �más completa� que lo que vivieron y enseñaron los apóstoles.

Según esto, hay quienes piensan que aceptando el sacerdocio ministerial femenino no estaríamos negando lo revelado, sino llevándolo a su estado �más completo.� Para argüir frente a ello, no basta con decir que la Biblia dice lo que dice, porque precisamente la Biblia dice que la verdad completa está más allá del texto inmediato que leemos.

Por eso es importante distinguir entre la obra de la gracia y el desarrollo de la verdad teológica. Cabe decir que la verdad teológica evoluciona, pero no cabe hablar de una gracia �incompleta,� en cuanto experiencia vivida y praxis original de la comunidad creyente.

¿Cómo así?

El error está no en hablar de la evolución de la verdad o el contenido de la teología sino en presentar las cosas como si la presencia del Espíritu y la obra de la gracia quedaran incompletas… ni más ni menos que en Cristo. Cuando hablamos de un condicionamiento que impedía la plena expresión de la libertad en Cristo no estamos hablando de una verdad que ha de ser desarrollada sino de una genuina imperfección. Eso contradice la certeza original en la plenitud de gracia en Cristo, y sin esa certeza realmente no habría nada particular que diferenciara a Jesucristo de profetas como Jeremías.

Si admitimos una teoría como esa, ya no oímos más a la Escritura: sólo nos oímos a nosotros mismos y nos convertimos en eco lento y torpe de lo que diga el mundo. Mas no son nuestras especulaciones las que nos salvan, sino sólo aquella Palabra que, a precio de la sangre de los Apóstoles y los mártires, ha encontrado camino para llegar, vigorosa como siempre, hasta nosotros.

¿No es todo ello como un fundamentalismo bíblico redivivo entre los católicos conservadores?

Recordemos que también de la palabra �fundamentalismo� se puede abusar, como de cualquier otra palabra. Así como se puede tachar a cualquiera que sostenga ideas liberales que ya por eso es un �anárquico,� también podemos atacar a cualquiera que crea en verdades estables y etiquetarlo de �fundamentalista.� Conviene preguntarse si de eso se saca algo útil.

Pero Ud. todo el tiempo está insistiendo solamente en lo bíblico, como si la Biblia fuera perfectamente clara y como si no se hubiera hecho más desde el siglo I.

Eso no es cierto. Yo personalmente creo que la mayor parte de los temas teológicos controvertidos son muy difíciles de cerrar a partir del solo texto bíblico. La razón es sencilla: la Iglesia no termina donde termina la Biblia. Si creyéramos lo contrario, caeríamos en las contradicciones propias del protestantismo.

Un ejemplo típico de tema abierto es la consabida discusión sobre si María tuvo más hijos de su vientre además de Jesús. Sobre la base bíblica, ello es finalmente irresoluble, porque quienes hablan de �hermanos� de Jesús no tienen cómo demostrar el significado carnal y �de una misma matriz� para ese término; quienes afirmamos lo contrario tampoco tenemos un versículo absolutamente unívoco, aunque haya serios indicios y razones de fondo para decirlo, como el hecho mismo de las palabras de Jesús a María y a Juan a la hora de la Cruz. Esto es tan claro hoy en los ambientes académicos que casi resulta un chiste o una falta de seriedad que alguien insista hoy en decir que �la Biblia habla de hermanos de Jesús, luego María tuvo más hijos…�, o lo contrario: �¡Ya la Biblia demuestra que Jesús fue hijo único!�

Eso, sin embargo, no quita peso a la certeza teológica. Temas como la presencia real de Cristo en la Eucaristía han sido y seguirán siendo discutidos por los que quieren quedarse con la Sola Scriptura. Eso supuesto, ni por un momento nosotros los católicos dudaremos del tesoro de cielo que está en cada Hostia Consagrada. En resumen: para los sola-scripturistas, la discusión termina en el texto; para los que entendemos que la Sola Scriptura no lo es todo, las cosas no terminan ahí; pero que no terminen ahí tampoco significan que puedan seguir por los siglos de los siglos.

De hecho, fijémonos cómo los sola-scripturistas –que por ello mismo tienen que mantener abiertos prácticamente todos los temas a todas las posibles respuestas,– son consecuentes en el sentido de que ellos ensayan también todas las posibilidades, desde mujeres obispas hasta obispos mujeriles.

Según su criterio, entonces, ¿cuál sería el itinerario a recorrer para dilucidar una cuestión como esta?

Me parece honesto y valiente el que ha seguido Juan Pablo II, en que se diferencian varias etapas, seguidas en la preparación del documento correspondiente:

– los datos que nos ofrece la Escritura;

– los criterios de interpretación de esos datos;

– la validez intrínseca de los mismos datos más allá de las condiciones y/o condicionamientos culturales o de otro género.

El propósito de esa primera fase, básicamente escriturística, es establecer lo que suele llamarse la naturaleza del ministerio ordenado, es decir, examinar quiénes eran, qué hacían y qué significaban las personas que estaban de modo estable al frente de las comunidades cristianas nacientes testificadas en la Biblia o en otros escritos contemporáneos. De todo esto resulta que:

1. No consideramos como normativa la sola elección de Jesús, que obrando en libertad escogió solo varones, aunque desde luego la reconocemos como fundante;

2. Damos mayor importancia a lo que está atestiguado en la Escritura, sin descartar la praxis y normativa posteriores en la Iglesia.

A eso quiero referirme yo. Es sabido que el diaconado pertenece al sacramento del orden. ¿Y no sustenta, por ejemplo, el Manuscrito Barberini la tesis de la equiparación de las ordenaciones diaconales de hombres y de mujeres?

Hay un sitio web, �womenpriests.org,� que propone con gran énfasis la ordenación sacramental de mujeres. Uno de sus argumentos es que la Iglesia en la antigüedad tuvo genuinas ordenaciones diaconales de mujeres, y una de las pruebas aducidas es el Manuscrito Barberini, cuyo estudio, es ciertamente apasionante.

Según ese mismo sitio web, �Un antiguo manuscrito griego sobre la ordenación fue descubierto en la biblioteca del Cardenal Barberini. Provenía del monasterio de San Marcos en Florencia, que lo había recibido como una herencia de Nicolai de Nicolis. Un análisis de esta escritura uncial, indicaría que la copia fue realizada a fines del siglo IX y probablemente con anterioridad. El contenido es mucho más antiguo y refleja la práctica bizantina durante el apogeo del diaconato del siglo III al VIII.�

Hasta donde llega mi conocimiento del griego, creo que la traducción que se propone al español es bastante confiable. En dos columnas se presenta el texto de la ordenación de hombres y el de la ordenación de mujeres.

Se supone que Ud. tendrá reparos y refutaciones. Haga, pues, sus descargos…

Ante todo, tengamos en cuenta que esta página web tiene un propósito. Es decir, no hace un estudio por sacar alguna conclusión, cualquiera que ella sea, sino por demostrar un hecho del cual el autor, John Wijngaards, y sus colaboradores están convencidos. Eso es entendible, pero hemos de tenerlo en cuenta, pues el lenguaje puede resultar confuso. Por ejemplo, dicen estos señores: �hay diferencias, pero que no afectan la esencia de la ordenación.� Recibimos esa apreciación de ellos con beneficio de inventario.

¿Cuáles son esas diferencias? ¿Son o no son sustanciales?

Yo destaco en primer lugar que el solo hecho de que haya dos textos llama la atención. No tenemos dos rituales del bautismo, según se trate de bautizar un niño o una niña. Ni dos modos de ungir a los enfermos. Ni dos modos de administrar la sagrada comunión. Ni dos modos de confirmar.

Bueno, eso es cierto…

Ahora bien, a lo largo de sus distintas páginas este sitio web parece asumir que para que haya ordenación sacramental son necesarias y suficientes dos cosas: imposición de manos e invocación del Espíritu Santo: �4.- El Obispo ordena a ambos, hombre o mujer, imponiendo las manos sobre la cabeza (la materia del sacramento del Orden). 5.- El Obispo invoca al Espíritu Santo con la misma plegaria, tanto si el diácono es varón o mujer, Recibid el Espíritu Santo… (la forma del sacramento del Orden).� Para los autores de ese sitio web, ahí está todo.

¿Y no es así? ¿No es lo que decía el catecismo católico tradicional: materia y forma de los sacramentos?

Sí, pero resulta que hay una parte integral de la forma, que es la intención, como podemos entender fácilmente a partir de un ejemplo extremo: si un sacerdote bajo amenaza de tortura se le empujara a pronunciar las palabras de la oración consecratoria delante de las especies eucarísticas, un acto semejante no sería una genuina consagración eucarística. Si no se tiene en cuenta la intención, cualquier especulación sobre la �forma� presume una forma de magia. De aquí por cierto la falsa acusación de los protestantes a la teología sacramental católica del �ex opere operato.�

¿Y quién puede saber qué intención tenía un obispo hace no sé cuántos siglos?

La intención se hace manifiesta de varios modos. Uno es precisamente lo que encontramos en al presente Manuscrito: diferencias claras en el rito y en la potestad que ese mismo rito anuncia conferir. Es lo único que tenemos en el caso de situaciones históricas, pero por otra parte es decisivo cuando nos encontramos frente a documentos oficiales (un ritual, por ejemplo).

Todo este aspecto de la intención es temáticamente omitido en el mencionado sitio web, que parece presumir que la intención del obispo es la misma en uno y otro caso, sin demostrarlo ciertamente, y aun en contra de las evidencias que el mismo manuscrito presenta.

No es la misma intención la que se manifiesta en llamar a alguien para que alimente con la Eucaristía a los fieles que la que hay en decirle que comulgue y deje luego la comunión en el altar, como explicamos más por extenso después. En realidad, todo mi estudio del Manuscrito Barberini es un examen de esa intención sobre la sola base de la documentación ofrecida.

Pero el solo hecho de que se hable de una ordenación diaconal y aparezca el término �diaconisa� indica que sí hay una ordenación de mujeres.

Un nombre no es suficiente argumento, porque es claro que los términos han ido evolucionando con la teología de los sacramentos. Es como cuando alguien dice que la Misa es una superstición católica solamente porque en ningún versículo se habla de que Pablo, por ejemplo, haya celebrado misa.

Y si vamos a los términos, permítame indicar algunas incoherencias internas que estimo graves. En realidad, por referirnos de nuevo a la página web de que venimos hablando, hay contradicciones internas en la página web. Y lo peor: contradicciones de tipo propagandístico, como cuando quieres demostrar lo tuyo sea como sea. Mire, en:

http://www.womenpriests.org/it/traditio/deac_dif.htm

se dice que entre las diferencias está que �Il diacono riceve i calici sacri ed i segni del ministero, la diaconessa no.� (El diácono recibe los signos del ministerio, la diaconisa, no).

En cambio, en:

http://www.womenpriests.org/sp/traditio/deac_ord.htm

dice que: �10.- Tanto el varón como la mujer diácono reciben la estola como signo de su rango eclesial. 11.- El diácono y la diaconisa reciben el cáliz para la comunión que la diaconisa devuelve personalmente al altar.� Si uno se queda ahí, en la traducción al español, y no lee la versión italiana, no se da cuenta de que la mujer no recibe los signos diaconales. ¿Qué indica eso, en términos de la intención del obispo?

Por otra parte, ¿qué quiere decir eso tan raro, �la diaconisa devuelve [el cáliz para la comunión] personalmente al altar�? ¿Indica eso un �rango eclesial� como afirma la página citada? ¡No! ¡Lo contrario! Miremos lo que dice el italiano (parece no haber traducción al español de esa partecita…); dice así: �il diacono distribuisce la comunione; la diaconessa, a quanto sappiamo no� (El diácono distribuye la comunión; la diaconisa, hasta dónde sabemos, no).

Y pregunto yo: ¿es esa una diferencia no-esencial? Situémonos en la escena: una mujer ha recibido el diaconado. Terminada la celebración, ella no ha dado la comunión a nadie. Solamente ha recibido. ¿Y por qué ha recibido? Porque la autoridad eclesiástica, en este caso el obispo, quiere ver en ella una servidora cualificada… ¿para todo ministerio diaconal? Claramente, no. Por lo pronto, no distribuye la comunión en la misa de su ordenación (recordemos el sentido múltiple de ordinatio en la latinidad antigua) Es evidente que la diaconisa recibe la gracia ante todo para sí misma.

¿Qué falta entonces para que sea una genuina ordenación sacramental de mujeres?

La intención del obispo consecrante, la cual es parte esencial de la forma del sacramento. Por favor, sigamos viendo diferencias que, para ese sitio web, no son sustanciales. Hay una frase que parece no importar en la página que estudiamos. Dice que los diáconos por el �inescrutable poder� de Dios, son �constituidos ministros.� Bueno, resulta que en el texto para los mujeres ese detalle falta. Por si acaso, es bueno recordar que la raíz griega para �poder� es �crátos�, que está en la raíz del gobierno en términos como demo-cracia, aristo-cracia, etc. ¿De veras carece esto de toda importancia?

Además, de ellos, y no de ellas, se dice que son constituidos ministros. Sabemos que diácono, del griego, se traduce ordinariamente por minister, del latín. ¿Por qué no se dijo entonces, que ellas quedaban constituidas ministras, que sería más que obvio en una ordenación diaconal? Hay una explicación: ya en ese siglo IV se entendía que había una relación objetiva y eclesial entre cratía y diaconía masculina, no femenina. Para mala suerte de los intereses de esas páginas, ¡resulta que el texto dice lo contrario de lo que ellos quisieran!

¿Es decir que ellas en esa ceremonia no eran constituidas ministras?

No; y todavía hay más que decir. Sólo en el texto para los hombres dice el obispo: �Y después de haberle llamado a las tareas de vuestro ministerio, según vuestra voluntad, hacedle digno de asumir su grado [de responsabilidad] pues le habéis elegido. Aquellos que lleven a cabo su responsabilidad adquirirán por ellos mismos un grado elevado. Haced perfecto a vuestro servidor pues son vuestros el poder y el reino.� Curiosa cosa que las palabras �de responsabilidad� son agregadas al texto; no están en el original. De hecho, contradicen el original, y explico por qué.

Si se tratara de una grado de responsabilidad, ¿qué? ¿No hay que orar para que las mujeres sean responsables? ¿En el siglo IV eso se daba por descontado? Y dice el obispo: �Aquellos que lleven a cabo su responsabilidad adquirirán por ellos mismos un grado elevado.� A ver, analicemos eso. Si se trata de grados de responsabilidad y de que sean gente muy diligente y muy responsable, la oración del obispo por estos muchachos es: �Señor, que sean muy responsables para que luego sean más responsables� Cosa que, huelga repetir, no se ruega en el caso de las mujeres… ¿Seguro que todo esto �no toca la esencia� del diaconado en las dos versiones? La gente de esa página quiere convencernos a toda costa. Pero, ¿no será que ese �grado más elevado�, que sólo se menciona en el caso de los hombres, tiene ya en semilla lo que Trento luego explicaría sobre un solo sacramento en diversos grados?

Y todavía hay más. El texto italiano reconoce que �I diaconi… ai compiti più immediati intorno all’altare� (los diáconos están más cerca de las tareas del altar). No añade más. Es decir, la mujer recibe la comunión y no la reparte, y además no se acerca a la liturgia del altar. Eso lo dice el manuscrito que estudiamos. Se podrían mirar otros documentos, pero creo que ello excede el propósito de esta conversación.

Sí quiero agregar algo en último término: el nombre mismo de ordenación (cheirotonía) es ambiguo y no implica un hecho sacramental, como se ve por su significado griego, que pasó al latín como institutio. El significado sacro no se excluye, pero institutio es algo que se da en una multitud de ámbitos que van desde lo doméstico hasta lo civil. Presentar desde el principio una cheirotonía como sinónimo de ordenación es innecesariamente desorientador. La historia de la Iglesia, como podríamos ver revisando más documentos, no avala tal hipótesis de ordenaciones de mujeres, hipótesis que para constituirse en lugar teológico, tendría además que ser muy fuerte y extendida.